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Nada que ver...

Nunca, jamás, dije querer ser monja ni guardar los falsos escrúpulos de María Gargajos, tirando piedras para esconder las manos, ni hacer como los curas pederastas, o como los que se masturban entre las orillas, asustados en su propia miseria, o como los hombres casados que secuestran menores para violarlas salvajamente tras la puerta de un frío motel, ni para meterme a una posada a mantener sexo con la hija menor e ingenua de algún ´compadre´. Ni para arrebatarle obscenamente y con mentiras la novia a mi mejor amig@. Como ven, he sido plena y feliz siendo lo que soy. A nadie le pedí prestado un brazo ni una pierna, y mucho menos robé nunca la boca de nadie para saciarme con un beso que se parezca a la gloria. Y vaya que sí han habido besos de esos que conducen directamente al paraíso en la nave de la felicidad. Yo misma me he bastado siempre. Y de qué forma. Eso no lo reprimo ni escondo. Todo lo contrario, es mi carta de presentación, porque es lo que más se me parece a la felicidad. La enseño llenísima de gozo y entusiasmo.
POR INDIANA DOMINGUEZ*
Usando un extraño seudónimo, un personaje que no parece tener el valor ni los pantalones que se necesitan para decir de frente lo que se piensa, mirando valientemente a los ojos, ha comenzado a publicar masivamante unas fotos en Facebook, a mi juicio de muy mal gusto y desnaturalizadas, en las que intenta humillar y reducir a unos señores a los que decidí borrar completamente de mi agenda y por ende de mi vida.

Los acusa de ser estafadores, entre otras cosas graves y contrarias a la ley. Estos señores citados en las fotos que están distribuyendo aparentemente me quieren atribuir alguna participación en tan horrenda cuestión. Desde un perfil sin foto, administrado por los mismos señores ofendidos y que ellos han dado en llamar Grecka Bejarán, han insinuado que estoy relacionada con esas feas ofensas que les están haciendo en la red con imágenes y contenido que dan asco. En todas las fiestas de Tamboril bailo de algún modo, así viva en la galaxia más lejana, en el país del hielo o montada sobre una estrella. Indiana siempre está aunque no esté ni en sueño.

A ellos debo decirles, no porque me importen ni me interesen sus felicidades o sus desdichas, sino porque considero bajísimo y feo que hayan puesto una foto con unos niños, hijos de ellos, que jamás haría algo así, tan monstresco. Quienes me conocen saben que nunca en la vida haría eso desde las sombras, y menos para dañar a niños que jamás deben estar involucrados en temas de adultos, no importa cuáles sean esos temas. Es inadmisible, además, porque yo soy madre y comprendo lo que eso significa, lo grande que es, el amor indescriptible y bello que una lleva por sus hijos y cómo los quiere proteger de las cosas malas que tiene la vida, aunque talvez otros más viejos y ´maduros´ no lo comprendan así ni hayan pensado en los hijos de los demás antes de publicar sus porquerías baratas.

De las más graves cosas que un ser humano puede tener esos señores a quienes ofenden ahora inmisericordemente, me han creído capaz. Han vomitado en mi contra las mediocridades mas perversas de la tierra. Dicen que tengo una larga cola. Y eso me da cierta risa, porque como dije desde la primera vez que denuncié algunas situaciones desde el puesto que antes tenía en Canca, cuando vivía en dominicana, no soy una santa ni nunca he perseguido pintarme como tal ante nadie.

He tenido parejas, claro que sí, pero ni en sueño las más de 100 que me han atribuído, y qué pena que no haya sido así, que no tuviera a mis 25 primaveras el tiempo suficiente para convertir en realidad esa fabulación tan fantástica, porque merecería entrar cómoda a los primeros puestos de Guinnes a una edad tan corta como la que tengo. Y eso no sería motivo de dolor, sino de satisfacción y alegría. Pero lamentablemente no es cierto.

Habría obtenido el título de la machera por excelencia del planeta. Cada vez que he tenido una pareja de la pequeña lista que hoy inflaron creyendo con ello dañarme, lo hice con un gusto grandísimo. Es que el placer que mi cuerpo me proporciona es cosa enteramente mía, Dios me dotó bien, me hizo bonita más por dentro que por fuera, eso dicen, para que disfrute cada experiencia a plenitud, intensamente.

A nadie le pedí prestado un brazo ni una pierna, y mucho menos robé nunca la boca de nadie para saciarme con un beso que se parezca a la gloria. Y vaya que sí han habido besos de esos que conducen directamente al paraíso en la nave de la felicidad. Yo misma me he bastado siempre. Y de qué forma. Eso no lo reprimo ni escondo. Todo lo contrario, es mi carta de presentación, porque es lo que más se me parece a la felicidad. La enseño llenísima de gozo y entusiasmo. Y por eso vivo hoy feliz, en ese Nueva York que a muchos parece taladrarle el alma, talvez porque no corrieron con la misma suerte mía, de conocerlo en un dos por tres sin siquiera estar empeñada en ese sueño americano por el que muchos deliran y se les hace agua la boca. Han vivido una pesadilla soñando con Nueva York sin alcanzarlo. A ese dolor que retuerce los labios y llena de ira los corazones, le llaman envidia. Egoísmo del más puro.

Lo cierto es mis gozos y placeres, los conoce bien mi actual pareja, con quien me complazco en sentirme estable, contrario a lo que esos mismos señores quisieron sembrar en mí, intentando prejuiciarme contra Johan con veneno y largas ponzoñas, cuando maliciosamente me decían: ¨elegiste mal, Johan es un mujeriego, eres solo una más de su larga lista, y no le gustan los hogares.¨ Pues vaya que ha sido todo lo opuesto. Y cuánto me alegra que así haya sido. Un hombre es mujeriego hasta que encuentra a una mujer. Y él, a juzgar por su conducta actual, parece que definitivamente la encontró.

Lo más lindo es que en sus afanes por destrozar el amor a cómo diera lugar, esas mismas gentes, los señores, le hacían llegar datos tenebrosos y enlodados de mí a Johan y su familia inmediata. Temprano quedó claro el plan, y cuando pusimos junto el rompecabezas, las cosas malas que a mí me decían estos señores por un lado sobre él, y las que a él le decían sobre mí, reímos largamente ante el descubrimiento de toda la maldad que había envuelta en esos informes que pretendían ´cuidarnos y protegernos´. Nos querían ver separados y tristes, llorosos y amargados. Pero afortunadamente no fue así, ni yo tampoco cedí a las propuestas indecentes e irrespetuosas de uno de los señores en cuestión.

Pues volviendo a mí, nunca, jamás dije querer ser monja ni guardar los falsos escrúpulos de María Gargajos, tirando piedras para esconder las manos, ni hacer como los curas pederastas, o como los que se masturban entre las orillas, asustados en su propia miseria, o como los hombres casados que secuestran menores para violarlas salvajamente tras la puerta de un frío motel, ni para meterme a una posada a mantener sexo con la hija menor e ingenua de algún amigo. Ni para arrebatarle obscenamente la novia a mi mejor amigo. Como ven, he sido plena siendo lo que soy.

Por esa leyenda de ficción que quisieron vender de mi persona, que  fue  la más reciente difamación que de mí hicieron en público dentro de un panfleto, groserísimo y vulgar, Johan Rosario, que ha sido para mí más que nada un ángel, un protector, le enmendó la plana y dijo cosas que conocía en silencio sobre estos señores desde hacía tiempo.

Las callaba porque tiene familiaridad bien cercana, pero se sintió innecesariamente desafiado y por eso reaccionó como lo hizo. En mi presencia había protegido a esos señores y había pedido que no se publicaran esas cosas malas que más de uno sabía, entre los que me incluyo, porque eran su familia y porque le unía un vínculo de niño que no quería romper.

Desde ese punto de vista los había protegido en numerosas ocasiones, incluso de personas que quizás por intereses políticos les querían volar la cabeza a esos señores. No quería que los dañaran, porque se sentía parte de ellos. Sin embargo, cuando se atrevieron a querer zarandear mi nombre con bajezas impublicables, las mismas que ya habían comentado entre los dientes para que Johan las supiera, él tuvo una reacción comprensible en todo ser que ama. Pero hasta ahí. Nada más. Lo que hizo lo hizo con su nombre y apellido, a la luz del sol y del mundo. Johan no es un cobarde para jugar al gato y al ratón, con seudónimos baratos ni a las escondidas.

Todo lo que escribe o habla lo firma responsablemente. Siempre ha sido así, desde que lo conozco cuando éramos niños. Por eso también resultó hasta digno de reirse cuando lo quisieron ligar sin éxito a unas caricaturas que rodaban por todo Facebook con largas ametralladoras. Si hubiese sido Johan el autor de eso, las habría firmado. El es así, frontal y claro. No baraja pleitos, y creo que lo saben bien no solo esos señores, sino Tamboril y el mundo. Todos los que conocen a Johan saben que su sello distintivo es ir como un rayo, aunque se parta en dos. Por eso lo reconocen en todas partes. Por eso fue seleccionado como Padrino de Honor del Desfile Nacional Dominicano. Por esos los muchos reconocimientos que ha recibido y el lugar de respeto que tiene ganado en Nueva York y Estados Unidos completo. Porque marcha de frente y sin miedo. Es sincero con lo que dice y escribe. Y a la gente le gusta ese estilo, y lo aclama y reconoce en las calles.

Pues bien, ese tema, por improductivo y sin sentido, el de los señores, fue clausurado en nuestras vidas. Lo que alguien sin rostro y cobarde dice, atrincherado desde un perfil falso en Facebook, no lo compartimos ni es nuestro modo de proceder. Está cerrado de nuestra parte, por completo, todo lo que tiene que ver con esos señores. Se dió una respuesta ante una agresión innecesaria y sin sentido. Punto. Ni a Johan Rosario ni a mí, es lo que quiero decir, nos interesa en lo más mínimo mantener polémica alguna con estos señores ni con nadie en particular.

El que crea que debe arreglar su vida, que lo haga si por conciencia lo cree. Al que no, que disfrute la mentira de la que vive. Será cosa de cada cual, en todo caso. Dios no juzgará a todos juntos, sino de forma individual, así que cada quien que vigile sus pasos en la tierra.

Nosotros estamos bien enfocados en actividades sanas y productivas. Tenemos puestos los ojos en el éxito, y no nos alcanza el aliento en el proceso de seguir avanzando hasta la cúspide que soñamos y a la que nos estamos acercando con fe e ilusión.

Que cada quien sea feliz a su mejor modo. Ojalá que paren esos ataques personales y dañinos, los que repito no compartimos ni conocemos nada sobre su procedencia. Condenamos por el contrario esa actitud perversa y nos declaramos completamente ajenos a las mismas, por la mucha perversidad que tienen y por la cobardía que reflejan al venir desde la penumbra.
No íbamos a estar metidos entre sombras y oscuridades teniendo tantas luces bonitas que nos cobijan desde el cielo. Somos jóvenes, talentosos, emprendedores y el mundo tiene abiertos los brazos del triunfo para nosotros. No pedimos nada más. Sean ustedes también felices y que Dios les bendiga de verdad.
E-mail: stylovip6@hotmail.com

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