*DE AL MOMENTO
SANTO DOMINGO.- El ex presidente de la República, Hipólito Mejía, fustigó severamente este miércoles al abogado, político y funcionario Marino Vinicio Castillo.
Lo hizo, por escrito, disgustado por recientes afirmaciones de un hijo suyo en el sentido de que él (Hipólito) está detrás de una campaña de descrédito para que destituyan a su padre del cargo de la Dirección de Ética e Integridad Gubernamental.
La declaración de Mejía es la siguiente:
Una respuesta a Pelegrín Castillo y a su padre
Hipólito Mejía
Pelegrín Castillo, diputado e hijo del doctor Marino Vinicio Castillo, se atrevió a decir que tengo una campaña de descredito para que destituyan a su padre del cargo de la Dirección de Ética e Integridad Gubernamental.
Pocos hombres en la historia han sido capaces de crear su propia campaña de descrédito como lo ha hecho Marino Vinicio Castillo a lo largo de su vida.
Primero, enfrentó en su natal San Francisco de Macorís a quienes, muerto Trujillo, salieron a las calles a demandar libertad, a lo cual la respuesta de Vincho fue crear y dirigir una banda de paleros para golpear, amenazar y atemorizar a quienes contribuían a crear la democracia en el país.
Luego viajaba al vecino país, Haití, y participaba en lugares donde se juntaban prostitutas, bandidos y borrachones y en una pelea de cafetines resultó extrañamente muerto su compañero de farras, nada más y nada menos que un antiguo miembro del tenebroso Servicio de Inteligencia Militar, donde reunió Trujillo a todos los chivatos, torturadores y asesinos. Por eso el refrán: dime con quién andas y te diré quién eres.
Como parte del perfil de si mismo, creado a fuerza de irrespetos y barbaridades, se recuerda su "hazaña" de interrumpir la misa en la catedral de La Vega con un grupo de mujeres borrachas, llevadas allí para dañar la solemnidad religiosa que se celebraba.
Vincho, difamador y hombre de actuaciones turbias, se ha dedicado a labrar su imagen de persona capaz de cualquier bajeza, por eso fue el ariete que intentó denigrar la justa fama del doctor José Francisco Peña Gómez, cuyo papel protagónico en la política nacional corroyó el alma envidiosa del doctor Castillo, quien no pudo ser el ejemplo de honradez, dignidad y reciedumbre moral del líder del Partido Revolucionario Dominicano.