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El azúcar podría ser tan tóxico como el alcohol y el tabaco

 

El azúcar debería ser controlada, como se hace con otros productos como el alcohol o el tabaco, para proteger la salud pública. Esta es la conclusión a la que han llegado un equipo de investigadores de la University of California, San Francisco (UCSF), quienes aseguran, en un artículo publicado en 'Nature'. Los autores de este trabajo consideran que el azúcar es el 'combustible' de la actual pandemia global de obesidad y que contribuye a que 35 millones de personas mueran cada año en el mundo por enfermedades no transmisibles, como la diabetes, las enfermedades cardíacas o el cáncer.

Las enfermedades no transmisibles suponen, en la actualidad, una mayor carga de enfermedad a nivel mundial que las enfermedades infecciosas, según Naciones Unidas. En Estados Unidos, el 75 por ciento de los dólares que se gastan en atención sanitaria se destinan a tratar estas enfermedades y sus problemas asociados.

Los investigadores de la UCSF Robert Lustig, Laura Schmidt y Claire Brindis, autores del trabajo, aseguran que un potencial abuso del azúcar, asociado a su toxicidad y su amplia presencia en la dieta occidental, ha convertido a este producto en el principal culpable de esta crisis de salud mundial.

Este grupo de científicos, expertos en Endocrinología, Sociología y Salud Pública, ha realizado una nueva observación sobre las evidencias científicas acumuladas que existen sobre el azúcar. Así han concluido asegurando que el azúcar no es sólo una fuente de "calorías vacías" que hace engordar a la gente.
Al nivel en el que la consumen la mayoría de los ciudadanos americanos, el azúcar es capaz de cambiar el metabolismo de las personas, elevar la presión sanguínea, alterar de forma crítica la señalización hormonal y causar importantes daños al hígado, el último efecto perjudicial del azúcar que se ha conocido. Estos riesgos sanitarios reflejan, en gran parte, los efectos de beber demasiado alcohol.
El triple de azúcar en los últimos 50 años

El consumo mundial de azúcar se ha triplicado durante los últimos 50 años y se ve como principal causa de la epidemia de obesidad. Sin embargo, según defienden

Lustig, Schmidt y Brindis, la obesidad podría ser sólo un indicador del daño que causan los efectos tóxicos del exceso de azúcar.

Esto podría explicar por qué el 40 por ciento de las personas con síndrome metabólico -- los cambios metabólicos clave que conducen a la diabetes, las enfermedades cardíacas y el cáncer-- no presentan obesidad a nivel clínico.

Según Lustig, profesor de Pediatría en la división de Endocrinología del UCSF Benioff Children's Hospital y director del Weight Assessment for Teen and Child Health (WATCH) Program de la UCSF, "mientras que la gente piense que el azúcar es sólo 'caloría vacía', no tendremos ninguna posibilidad de resolver esto".

"Existen buenas y malas calorías, igual que existe grasa buena y mala, aminoácidos buenos y malos aminoácidos, buenos carbohidratos y malos carbohidratos", señala Lustig, apuntando que "más allá de sus calorías, el azúcar es tóxica".

Los investigadores consideran que limitar el consumo de azúcar tiene por delante retos que van más allá de explicar a la gente su potencial toxicidad. "Reconocemos que en el azúcar existen aspectos culturales y relacionados con la fiesta", señala Brindis, director del Philip R. 
Lee Institute for Health Policy Studies (IHPS), de la UCSF. "Cambiar estos patrones es muy complicado", asevera.
Control, no prohibición

Para Brindis, las intervenciones eficaces no pueden confiar exclusivamente en los cambios individuales, debe poner en marcha iniciativas que incidan en el entorno y en la comunidad en general, algo parecido a lo que se ha hecho con el alcohol y el tabaco, que incrementa las posibilidades de éxito.

Los autores defienden que, para que la sociedad se aleje del excesivo consumo de azúcar, la gente debería estar mejor informada sobre las últimas evidencias científicas sobre este producto.

En este sentido, muchas de las intervenciones que han reducido el consumo de alcohol y tabaco pueden ser modelos para encarar el problema del azúcar, como crear impuestos especiales sobre sus ventas, controlar el acceso a la misma o endurecer las condiciones para permitir poner máquinas expendedoras y bares que venden productos con mucha azúcar en colegios y lugares de trabajo.

"No estamos hablando de prohibir", puntualiza Schmidt, quien asegura que "no están abogando por una mayor imposición del gobierno en la vida de las personas". "Estamos hablando de formas moderadas para hacer que el consumo de azúcar sea ligeramente menos oportuno, haciendo que la gente abandone su consumo en dosis concentradas", afirma.

"Lo que queremos --ha insistido-- es incrementar realmente las opciones de la gente para consumir alimentos que no están cargados de azúcar, comparativamente más fáciles y baratos de conseguir".
España, un consumo de azúcar moderado

Para el presidente de la Academia Española de Nutrición, Luis Serra, catedrático de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, las conclusiones de este estudio, aplicadas a nivel global, podrían resultar "algo exageradas", ya que el consumo de azúcar en España no plantea una situación como la que hay en Estados Unidos, México o en países europeos como Dinamarca, donde hay consumos de azúcar mucho más altos.

"En España el consumo de azúcar es bastante menor que en países como Estados Unidos, México o Dinamarca, aunque los azúcares añadidos cada vez están más presentes también en nuestro país", señala este experto a Europa Press, detallando que los españoles consumen unos 80 gramos diarios de azúcares de todo tipo --el consumo ideal está entre los 50 y los 80 gramos diarios-- y que los azúcares añadidos representan "menos del 10 por ciento de la ingesta calórica total".

A su juicio, aunque "comer todos los días con un refresco azucarados no es bueno", comparar el azúcar con el tabaco o el alcohol es "desafortunado", pues el azúcar no causa adicción y no resulta dañino en cantidades adecuadas. "El tabaco hace daño a todo el mundo, el azúcar no, y tomar una copa de alcohol al día es beneficioso para la salud", asevera.

Considera que la obesidad es "un problema grave" a nivel mundial, pero que esta pandemia en países como Estados Unidos o México está más relacionada con el consumo de carbohidratos refinados, presentes en algunos panes, patatas, arroces o pasta.

No obstante, cree que reducir el consumo de azúcar es "una elección personal" y que está "al alcance de todos". A su entender, lo importante es que la gente sepa "dónde está el azúcar voluntario, es decir, el que ponemos nosotros en el café, y donde el que añaden los fabricantes en los yogures, los refrescos o los pasteles".

"Lo importante es que se tenga una idea de cuánto azúcar se consume y que no se haga un excesivo consumo de azúcar, pero también hay que saber que el azúcar no es un veneno, pese a que su ingesta se tenga que compensar con ejercicio para evitar que aparezcan problemas de salud", señala el profesor Serra, para quien "no hay azúcares buenos o malos, todos tienen un comportamiento metabólico parecido".

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