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Celebraciones vacías e hipócritas a propósito de la Independencia Dominicana

*Originalmente publicado el año pasado en esta misma fecha
El día de hoy es usado por la mayoría de políticos para reafirmar su cinismo y sinverguencería. Hablan todo lo contrario a lo que en la práctica ejecutan. 
Las palabras huecas y de hojalata, las expectativas de cambios en el gobierno y la rutina en que se han convertido las ceremonias se han combinado con otros factores para restar solemnidad y sentido a la celebración de la fundación de República Dominicana como un Estado independiente, libre y soberano. 
Transcurridos 167 años de la proclamación de la Independencia Nacional la impresión general prevaleciente es que los ideales patrios se han perdido y solo cobran vida en el día de hoy. La desmedida ambición de poder, el afán de riqueza fácil y el entreguismo descarado, priman muy por encima de la vocación de justicia y sacrificio que motivaron la lucha de Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella y otros abnegados próceres. 
Resulta cuesta arriba restaurar la solemnidad del acontecimiento histórico más relevante de la nación sin eliminar el andamiaje artificial que caracterizan las ofrendas florales, desfiles, publicaciones y discursos, con los que sólo se cumple con la formalidad del momento. 
La Independencia Nacional debe ser una fecha para integrar al pueblo dominicano en torno a los ideales de la patria. 
Entristece y desconsuela que el pensamiento duartiano, que fue el faro que iluminó a los independentistas, apenas se conoce en las escuelas públicas y privadas. 
Tampoco es hablando de la visión y nobleza de Duarte y sus compañeros como se va a rescatar una efeméride de tanta significación histórica, sino copiando su ejemplo, sobre todo la capacidad de pulcritud, sacrificio y compromiso con la patria con que se entregaron a la causa. 
Desde hace tiempo los símbolos patrios no inspiran el menor respeto. Y no sólo por el hecho de que pudieran haber sido utilizados en determinada ocasión para exaltar un nacionalismo de pacotilla. Pero que cada 27 de Febrero se ponga más atención a la expectativa de cambios en el sector público es la mejor prueba de que en materia de ideales se anda mal. 
Duarte, Sánchez y Mella merecen el lugar que ocupan. Sin embargo, para valorar y preservar su legado histórico cada dominicano tiene que reflexionar sobre los principios e ideales para que República Dominicana fuera una patria libre, independiente y soberana. Ningún dominicano tiene otra patria que no sea ésta que le legaron sus predecesores. (Johan Rosario)

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