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¡Alto!

Nuevamente el país acude a la convocatoria de este 25 de noviembre, aniversario de uno de los más atroces feminicidios de la historia de América Latina, aquel que arrancó a golpe de palos la vida de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal y al muchas veces injustamente ignorado Rufino de la Cruz, también caído en 1961, un día como hoy, a manos de los esbirros del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), en una etapa de terror y represión superada en ese nivel de expresiones de sórdida intolerancia de quienes se invisten de un poder ilegítimo y se imaginan que habrán de ser eternos en sus malolientes disposiciones de la horca y el cuchillo.

Y se conmemora esta fecha con el baldón vergonzante de 207 muertes de mujeres en lo que va de año, con claros apuntes hacia establecer un lamentable récord de sangre inútil y estúpidamente vertida por culpa de hombres que, cargados de pasión, ego mal entendido, ignorancia y celos, pretenden ser los titulares de la propiedad de las mujeres que dicen amar y que, ¡vaya paradoja y crueldad sin nombre! asesinan en nombre del amor, en formas que se están tornando cada vez más crueles y denigrantes.


Todo el país, con excepción de los maltratadores, se ha levantado para clamar por un alto en esta carrera de muerte innecesaria y que ya arroja un balance de luto y orfandad que nos debe llenar de vergüenza colectiva.

Valen las iniciativas del Ministerio de la Mujer, de las funcionarias judiciales al frente de las Procuradurías de Género y de la Mujer, de las organizaciones no gubernamentales y particularmente las femeninas, que han estructurado una respuesta y la demanda: ¡Ni una muerte más de mujeres! Igualmente es plausible la iniciativa masculina para colectar un millón de firmas de hombres que se comprometen a rechazar la violencia contra las mujeres.

De: El Nacional

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