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La madre



Por Manuel Aurelio Rosario

En el mundo existen incógnitas
que arañan el pensamiento
que mientras uno le da más vueltas
más misterioso se vuelve el enredo
todo debido a que hay Fuerzas
que están por encima de lo que creemos.

Entre esas fuerzas inescrutables
tenemos un enigma extraordinario
que todos llamamos “Madre”
pero que nadie sabe su Gran Significado.

La Madre por ejemplo
puede poseer parte del poder de Dios
cuando concibe al ente desde su adentro
se produce un misticismo indubitable
que carece de humana explicación;
el acto del alumbramiento de la mujer afable
es más grande que el mismo sentimiento puro del amor.

Es que La Madre es un ser divino
que procrea gloriosamente a sus críos
de su vientre engendra a la niña o al niño
que amamanta sin prejuicios.


Es obvio que si estamos frente a La Madre
sintamos aires introspectivos
debido a que nos encontramos
frente al ente con más propincuidad 
al Dios Bendito.

La Madre procesa indescifrablemente el continuismo
de la Creación Perfecta de Dios en la Tierra;
alimenta con su pecho etéreo a su hija/hijo
inspirada en lo Celestial que al ser humano desconcierta.

La Madre trae la criatura al mundo,
La Madre la alimenta con sus senos,
La Madre la lleva a la escuela con orgullo,
La Madre le cocina todo el tiempo,
La Madre le cose sus atuendos,
La Madre es el núcleo que la va creciendo,
La Madre la desarrolla a puro pujos,
La Madre la defiende a plomo y fuego.

Cada día de sacrificio
de La Madre  abnegada
es un hecho instintivo
que nace de sus entrañas.

Cada movimiento imperativo
es un acontecimiento que tiene magia;
La Madre es el único ser vivo
que llena a su infante de pureza y gracia.

La Madre es pues
parte esencial del Paraíso Terrenal,
de la Gloria Prometida
porque repite incesantemente la vida
y la hace sempiterna al reemplazar con su jornada
al que cual Ave Fénix se va
a otra dimensión de corriente infinita.

Si la tienes con vida
ámala con vehemencia
que el amor de una madre
es la pasión de la tierra. 

Si la tienes en el cielo
recuérdala con orgullo
que no hay nada más puro
que su sentimiento eterno.

“Celebremos a La Madre
con un poema que periclita
pero que jamás termina
porque ella es la Patria 
que te dio para siempre 
el valor de la vida.”

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