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El agrio debate judicial y personal entre la fiscal Yeni Berenice y la jueza Margarita Cristo

El agrio debate judicial y personal entre la fiscal Yeni Berenice y la jueza Margarita Cristo

*EDITORIAL ACENTO

La propia fiscal tiene los datos en sus manos para proceder contra quienes le amenazaron. Es un intento palmario de obstrucción a la justicia. En cualquier país del mundo eso se condena.

La jueza de Instrucción Margarita Cristo Cristo reaccionó con un sometimiento judicial contra la fiscal del Distrito Nacional, Yeni Berenice Reynoso, por supuesto delito de “ultraje” y daño a su honra personal, luego de que la representante del Ministerio Público emitiera duras críticas contra la administradora de justicia en una audiencia celebrada la semana pasada.

Cristo tiene todo el derecho que le asigna la Constitución y las leyes, del mismo modo que la magistrada Reynoso tiene derecho a defender su potestad, como representante de la sociedad, para que un ex funcionario público, que manejó miles de millones de pesos, sea investigado.

La magistrada Procurador Fiscal del Distrito Nacional está obligada a proteger a la sociedad, y para ello debe valerse del régimen que la regula, como Ministerio Público, en la Constitución y en la legislación especial en la que se ampara.

Lo que ha revelado la fiscal demuestra la podredumbre en la que hemos caído como sociedad, y en particular el deterioro que ha tenido y sigue teniendo el sistema judicial, cuando se trata de investigar a ciudadanos que alguna vez tuvieron investidos de poder, y que por razones políticas o de cualquier otra índole, mantienen influencia.


El Ministerio Público debió volcarse de inmediato a investigar las amenazas y chantajes contra la Fiscal del DN, Yeni Berenice Reynoso. Ella posee información importante, que no puede ni debe quedar guardada para curiosidad histórica. Dijo que la justicia es una vergüenza, que ella lo dice porque la ha vivido desde dentro, que ha sido amenazada por este caso, que una persona la visitó en su despacho y la amenazó con destitución si no abandonaba la investigación sobre Díaz Rúa.

La propia fiscal tiene los datos en sus manos para proceder contra quienes le amenazaron. Es un intento palmario de obstrucción a la justicia. En cualquier país del mundo eso se condena. La otra cuestión relevante es que la fiscal dijo conocer en qué oficina se redactó la sentencia que supuestamente tendría lista para dar a conocer la jueza de instrucción. Debe dar a conocer esas informaciones, para que no siga sintiendo vergüenza del sistema judicial en el que labora.

Hizo bien la jueza de Instrucción, Margarita Cristo Cristo, al inhibirse de seguir conociendo el caso de Víctor Díaz Rúa. Esa inhibición debió ocurrir tan pronto se produjo la recusación por parte del Ministerio Público. La jueza de Instrucción destruyó parte del andamiaje del sistema penal dominicano al continuar conociendo el caso, pese a la recusación que se le hizo, y hasta se atrevió a convocar a la próxima audiencia al Procurador de la Corte de Apelación, como superior de la fiscal Reynoso.

Se ha dado a conocer la grabación de la intervención de la fiscal en el tribunal de Instrucción. Es una pieza de antología la parte de denuncia de la fiscal Reynoso, porque hace revelaciones que podrían inhabilitar de forma definitiva a la jueza Cristo Cristo, en caso de que se dieran a conocer las pruebas que la fiscal entregó.

Lo que hace falta es un mecanismo más expedito de parte del sistema de Administración de Justicia y del Ministerio Público para que casos como este no lleguen a extremos de tales dimensiones. La sociedad debía procurar que un debate como este sirva para fortalecer la justicia y la transparencia de los miembros de este poder del Estado. Y para fortalecer la calidad y capacidad del Ministerio Público.

Mientras este debate se realiza en el ámbito técnico-político, la causa del debate, vale decir el expediente sobre las denuncias al ingeniero Víctor Díaz Rúa reposan en un archivo, a la espera de la continuidad del proceso. La justicia debe ser ciega y procurar el bienestar de la sociedad, y por supuesto, la sanidad de las instituciones públicas.

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