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Las estrategias de Danilo Medina e Hipólito Mejía frente al PRSC


Por Orlando Gil
orlandogil@codetel.net.do

EL TRAMO.- No importa lo que digan las encuestas publicadas, ni que sus porcentajes sean aceptados o no. La competencia electoral entra en un tramo decisivo, y la cuestión es muy simple: el candidato que pestañee, pierde. Hipólito Mejía, muy diligente, está llevando a cabo su amenaza de que si no lograba un acuerdo con los reformistas de la franquicia, desmantelaban ese partido. Él cuida la forma diciendo que lo está preservando del PLD, que lo quiere absorber, y que el apoyo que recibe de sus miembros, coyunturalmente, es a título de préstamo. Que cuando pase el proceso y se cumpla el cometido, los reformistas volverán a su casa. ¡Anjá, como si no fueran a formar parte del nuevo gobierno! Los reformistas lo oyen, lo celebran, pero se sotorríen. No es tan fácil, ni sería tan bonito. Aunque lo que interesa por ahora es la concreción del plan. No estará “destruyendo” al PRSC, pero le está haciendo un hoyo. Juramenta por aquí y por allí a figuras conocidas, sin entrar en muchas consideraciones. Incluso, permitiendo sus jactancias de presentarse como salvadores y creyendo que “los últimos serán los primeros”...

UNA.- El candidato Hipólito MejÏa tiene que cuidarse en este tramo de dos situaciones que se dan contradictorias. La primera es creer que los reformistas son suficientes, y que como juramenta más que Danilo Medina, ese sector estará entero a su favor. Con los reformistas se apuesta a ciegas. ¿Cómo creer que Juan Arístides Taveras Guzmán todavía representa al grupo de los 99? La política es teatro, pero no ficción. Esa historia es tan vieja que ya ni provoca burla. Títole perdió la voz y ya no canta rancheras. Ahora es solo lágrimas, pues dice haber ayudado al actual mandatario en el 2008 y nunca vio a Linda. Héctor Rodríguez Pimentel es un “tíguere”, pero no tanto para convencer a Mejía de que aportará cincuenta mil votos reformistas a su candidatura. Rodríguez Pimentel es un hombre de enramada, y no hay enramada que acoja esa cantidad de reformistas, en caso de que tuviera tan grande poder de convocatoria. Si se deja confundir con estos discursos y hace cuenta equivocada, las consecuencias serán todas suyas, pues en momentos cruciales no son posibles ni oportunos los juegos o los relajos...


EL ÁNIMO.- La otra situación es la de los estados de ánimo. El perredeísta pasa de la euforia a la depresión, y ambos son perjudiciales. Las dificultades de que se habla en estos días tienen que ver con la euforia de los primeros momentos, cuando se sintió en las manos el poder, sin tener más que una auspiciosa posibilidad. Ya nadie lo recuerda, pero fue entonces cuando se hicieron los repartos oficiosos, como si el grupo del candidato fuera capaz de llevar adelante la lucha. La arrogancia fue el primer pecado, y la prepotencia el segundo. Ahora se resienten por las encuestas Gallup y Greenberg, aunque no tanto por la Insight, pero sin saber que en camino vienen otras, pues en esta etapa hay que medir cada mes, y si se descubre que ese es el flanco débil, en esa parte van a golpearlos. No hay razón para que los hayan tomado desprevenido, con la guarda baja y el pecho al descubierto. Que costaba disponer de algunos chalecos emocionales, de manera que estos ataques previsibles no afectaran órganos sensibles...

AHORA.- Estas apreciaciones se imponen como tareas obligatorias, pues del lado de los contrarios no se juega ni se relaja. Las encuestas públicas no han hecho más que confirmar lo que sabían con mediciones propias, y aunque hay quienes rabiosamente no aceptan ni asumen, para los peledeistas, por costumbre y experiencia, son santas palabras. Los perredeístas creen que el gobierno tiene metida todas las manos en la campaña de Danilo Medina, y no es verdad. Tienen un mejor plan, y su aplicación es más rigurosa. Necesitaban que se dieran las actuales condiciones, de un Danilo Medina empatado o por encima de Hipólito Mejía. Aunque no se crea, ahora es cuando el gas morado va realmente a pelar. Los peledeístas no son emotivos: se formaron en una escuela de templanza, de prudencia, y aprendieron en sus períodos de gobierno para qué sirve el poder. Los perredeístas denuncian, y la sociedad civil les hace coro, pero ni unos ni la otra conocen del credo la mitad. Cuando el poder se desata no hay Junta Central Electoral ni reglamento que lo contenga...*Listín Diario.

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