Por Pablo Mckinney
(pablomckinney.com)
“Kerry Kennedy y otros miembros del Centro RFK visitaron bateyes en V.A. y se reunieron con varios funcionarios del Gobierno (…) sobre la situación de los residentes indocumentados.” Cable #752 de Wikileaks. 7/7/2009.
Una muestra de buena educación y costumbre hogareña de todo extranjero consiste en ser prudente a la hora de emitir opiniones negativas u ofensivas sobre el país que visita, su pueblo y sus representantes.
Por ejemplo, pongamos que usted llega a un Mc Donald, en Washington D.C., y por azares de la vida le toca compartir mesa con el Presidente de EE. UU., Barack Obama. A ningún dominicano se le ocurriría aprovechar el encuentro para echar en cara al mandatario todos los horrores y defectos que, por humana, tiene la sociedad estadounidense. Imagínense que antes de la llegada del “chiskei” comience uno a cantaletearle al señor los problemas de la familia estadounidense, a teorizar sobre sus banqueros corruptísimos y una Reserva Federal que no reguló lo que tenía que regular y trajo esta crisis financiera al mundo. No.
En un caso así, la educación manda que uno resalte el avance democrático que para esa sociedad ha significado la llegada a la Casa Blanca del primer presidente mulato de la historia de ese país, y aproveche para reconocer a ese presidente su visión política de justicia e integración social, felicitarlo por su familia, por Michelle, (uno es que valora a los hombres por la calidad de las mujeres que le acompañan), para invitarlo a Sto. Dgo., “Museo del son”, noche de un sábado, o mejor, un miércoles en Casa de Teatro para que Pavel le cante a dúo con la Denisse, ¡ay!, “Georgia on my mind”, con la sombra de Ray Charles flotando en el escenario. ¿Do you know? Asunto de educación doméstica, doña Kerry Kennedy, presidenta de la Fundación Kennedy.
Por eso, aunque sea Kennedy el único apellido monárquico de un estado sin monarquía que soportar, aunque por su sensibilidad social y vocación para la solidaridad sea usted tan bienvenida a este país, desde la humildad de mis modestas posibilidades intelectuales, mediáticas o materiales, encarecidamente o en rebajas le pido respetar a este pobre pueblo nuestro, tan vencido en sus misterios y sus traiciones. Y es que, desde hace siglos, cada vez que aquí hemos intentado encontrar el rumbo, se aparece un marine de los suyos, con “nudoso pañuelo”, precedido de su embajada todo poderosa y nos desparramaba la esperanza.
Ayer hizo 49 años de la elección del primer presidente democrático y patriota de nuestro país, post Trujillo, Juan Bosch. Tan patriota y democrático (Constitución 1963, incluida) que por serlo su embajada lo mandó a derrocar un septiembre siempre gris.
Respetémonos, doña Kerry, aunque sólo sea porque NY es la tercera ciudad de RD, y Boston la segunda ciudad de la provincia Peravia.
Respete usted, mi señora, la poca dignidad que le queda a una patria fallosa, anarquizada y libertina; una sociedad de huérfanos irresponsables y desvalidos, vencidos y traidores, tan víctima, tan pervertida por sus malos hijos y peores dueños, que, ya ve, puede usted o su embajador, venir y obrarse en nuestras vergüenzas verdaderas, que no son mentiras, ay, pero coo… , son nuestras vergüenzas.
¡Joder, don Radha! Y tanta sangre derramada en abriles.
