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Una disculpa que tardó 57 años


Tuvieron que pasar 57 años, el desgarre de una larga guerra civil, las dificultades de la pacificación y la reconciliación y una intensa disputa legal para que Guatemala diera el paso que dará este jueves.

Hoy el gobierno que dirige el presidente Álvaro Colom pedirá oficialmente perdón a la familia de Jacobo Árbenz Guzmán, el mandatario que en 1954 fue derrocado en un golpe de Estado que se convertiría en uno de los momentos clave de la Guerra Fría en América Latina, cuando 

Estados Unidos intentaba contener lo que percibía como la "amenaza del comunismo soviético" en el continente.

El gesto es parte del acuerdo al que llegó el gobierno guatemalteco con la familia Árbenz en la Corte Interamericana de Derechos Humanos en mayo pasado, cuando el Estado reconoció que incumplió su obligación de proteger los derechos humanos de los miembros de esa familia.


Y aunque es una disculpa privada para los Arbenz, algunos piensan que será un símbolo en el proceso de reconciliación del país centroamericano, que todavía se ve afectado por los efectos residuales de la violencia política que tuvo su génesis en el derrocamiento de Árbenz.

CIA y bananas 

Jacobo Árbenz Vilanova, uno de los hijos del depuesto presidente, tenía siete años cuando su padre se vio forzado a renunciar a la presidencia, perdió sus propiedades y comenzó un exilio por varios países.

Hoy, a los 64 años, aseguró en entrevista a BBC Mundo que lleva buena parte de su carrera como político tratando de que se reconozca el legado de su padre y luchando "por Guatemala, por la justicia y por la historia".

La historia a la que se refiere es la del gobierno de su padre, que intentó poner en marcha propuestas que en su momento fueron consideradas, por críticos y simpatizantes por igual, como revolucionarias: el mayor control del Estado de las riquezas guatemaltecas y, sobre todo, la reforma agraria.

Pero como queda evidenciado en documentos desclasificados por el gobierno estadounidense en la década de los noventa, las medidas no cayeron bien en Washington, donde se empezaba a sospechar que Árbenz tenía inclinaciones comunistas.

Tampoco fueron del agrado de empresas como la poderosa United Fruit Company (UFC) -hy conocida como Chiquita-, que vio cómo sus miles de hectáreas en Guatemala y su monopolio comercial bananero podrían estar en peligro.

El modelo guatemalteco de Arbenz, consideraban, podría sentar un peligroso precedente en otros países de la región donde la UFC tenía operaciones importantes.

Así, en junio de 1954, en un plan que contó con la participación de la agencia de inteligencia estadounidense, CIA, Jacobo Árbenz fue desplazado del poder, luego de se produjera la invasión encabezada por Carlos Castillo Armas y apoyada por la CIA.

Los militares guatemaltecos retiraron el apoyo a Arbenz y este se vió forzado a dejar el poder en manos de Castillo Armas, quien rápidamente suspendió las reformas de su antecesor e inició un estilo de gobierno más afín a Washington.

"Punto culminante de la Guerra Fría"  

Con el beneficio de la visión retrospectiva, a cinco décadas de aquellos eventos, parece claro que la caída de Árbenz fue mucho más que uno de los tantos golpes de Estado que ocurrieron en la región.

"Fue uno de los puntos culminantes de la Guerra Fría en América Latina", dijo a BBC Mundo Arturo Taracena, quien trabajó en la Comisión de Esclarecimiento Histórico de Guatemala, la instancia creada por los Acuerdos de Oslo de 1994 para investigar los abusos de derechos humanos cometidos por ambos lados a lo largo de la guerra civil.

"Fue la primera intervención que Estados Unidos organizó en América Latina sin una participación directa de sus fuerzas, sino por medio de un ejército mercenario", afirmó Taracena.

La salida de Arbenz marcó el comienzo de un largo y sangriento conflicto en Guatemala, como sostiene Nick Cullather, autor de Secret History: The CIA's Classified Account of its Operations in Guatemala, 1952-1954, un recuento de las actividades de la oficina de inteligencia en el país centroamericano.

"EE.UU. reemplazó un gobierno democrático relativamente popular con un dictador muy impopular (...) Eso desencadenó una ola masiva de represión".

Y aunque la guerra civil no empezaría oficialmente hasta 1960, muchos consideran que la semilla de la violencia política guatemalteca está en la abrupta interrupción del mandato de Árbenz.

"Sin duda desencadenó toda una serie de eventos que llevaron a crear una sociedad violenta en Guatemala y que todavía continúa hoy en día... ", aseguró Cullather. 

Perdón y reconciliación

Claudia Árbenz, la hija de Árbenz Vilanova y nieta del depuesto presidente, afirma que la casa de su abuela, la misma que hoy es la de su padre, parece un "museo santuario" dedicado a la figura del expresidente.

"Hay una bandera gigante, hay recortes de la época, cartas de la gente, hay pinturas, hay condecoraciones, hay más de 1500 fotos", describió a BBC Mundo.

Ese inventario aumentará cuando se le añada el documento oficial donde queda consignada la disculpa del Estado.

La que algunos consideran que aún es necesaria es un gesto similar proveniente de Washington.

En 1999 el entonces presidente de EE.UU., Bill Clinton lamentó la indebida injerencia de la Casa Blanca en el proceso político guatemalteco, pero muchos esperan una declaración formal.

Los documentos que han logrado ser desclasificados en EE.UU. mediante la Ley de Libertad de Información han dejado en evidencia la participación de Washington en el golpe de Árbenz y en más de tres décadas y media de guerra civil.

Justicia póstuma

Pero la disculpa que presenta ahora Guatemala a los Arbenz, más allá de una pieza adicional para la colección familiar, es también un símbolo de perdón y reconciliación para Guatemala.

Ruth del Valle Cobar, la directora de la oficina presidencial de Guatemala encargada de los derechos humanos (Copredeh) y representante del gobierno en el acuerdo con los Árbenz, resalta que el acuerdo beneficia a toda la sociedad.

"El resarcimiento es útil para la familia, pero también para las otras víctimas de violaciones a los derechos humanos y la sociedad en general. Es un reconocimiento de lo que ha pasado en el país y de la necesidad de que haya una garantía de no repetición".

Por eso, además del acto oficial, los libros escolares de texto serán revisados para incluir el legado de Árbenz, se bautizará con su nombre una de las principales carreteras del país y que él mismo mandó construir y se emitirá una serie de sellos postales con su imagen.

También se reescribirá su biografía, se hará una exposición fotográfica en su honor y se crearán cursos para sensibilizar a la burocracia sobre las necesidades de campesinos e indígenas.

Jacobo Árbenz hijo califica el gesto como "necesario para Guatemala"

Su hija Claudia cita a su abuelo: "Como él (el presidente Arbenz) dijo en su discurso de renuncia, 'la posterioridad nos hará justicia'".

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