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¿Quién quiere la cabeza del Presidente Barack Obama?

Aquella tarde mi esposa Indiana Rosario, nuestros hijos Luisander y Jomar y la amiga Isaura, además de un servidor, fuímos testigos de excepción de un hecho misterioso -hasta hoy solapado- ocurrido en la acera de enfrente de la Casa Blanca.
Por Johan Rosario 
Era un domingo de cielo limpio. Después de una noche plácida en el bello poblado de Baltimore -Maryland-, nos lanzamos a la conquista de nuevos horizontes. La 95 sur estaba ahí, abierta a todas las posibilidades. Aprovechamos la complicidad del sol y el clima templado para internarnos en Washington DC. La capital de Estados Unidos es un lugar que enamora. Enamora no sólo porque el gran poder político del mundo opera desde allí ni por las vetustas oficinas y edicios federales desde donde se traza la agenda planetaria: encandila también por los muchos años de historia que tiene esta ciudad amurallados en en el silencio de sus paredes grises. El natural entusiasmo de visitar un lugar tan emblemático, que rinde homenaje al patricio George Washington y a otros tantos mártires, nos condujo por sus calles primeras, sus museos erigidos como homenaje a América y sus valores, el Capitolio, la Biblioteca Nacional, y, lo que no puede jamás faltar: 1600 Pensylvannia Ave...The White House. Mientras disfrutábamos de nuestra esporádica parada turística para tomar fotos y adquirir algunos souvenirs y regalos previo a continuar la ruta hacia Florida, de súbito, preñando de humo y miedo la atmósfera y controlando el mundo todo, un auto que parecía nuevo de paquete estalló en llamas casi a nuestros piés...y a poco menos de 200 metros de la Casa Blanca. -El radiador parece habersse sobrecalentado y explotó -se oyó comentar a un agente del Servicio Secreto por su Walkie Talkie. Este episodio extraño e inaudito, del que esperábamos amplios titulares mundiales en la prensa, fue virtualmente ocultado y manipulado. Un auto prácticamente nuevo, 2014, explotando de este modo por falta de agua en el radiador? Ummmm. Después de unos minutos eternos, en los que se pudo apreciar la poca pericia del celebérrimo Servicio Secreto, hoy en serios problemas, el voraz incendio que pudo haber comprometido a la Casa Blanca y al mismísimo Presidente, acaso por tratarse de una bomba, fue controlado por unos bomberos tardíos y poco diestros. Quizás -o sin quizás- sea este el único reporte que usted leerá sobre el incidente que, aturdidos y sobresaltados, cientos de testigos presenciamos. Aunque proseguimos unas horas después nuestro viaje a Florida, no dejó de revolotear por mi mente una inquietud nacida al calor de aquel estallido inexplicable: ¿Se pretende la desaparición de Obama? ¿Quién desde dentro?


Este episodio callado  y que en primicia les compartimos, viene a unirse a un eslabón de acontecimientos que dieron hoy al traste con la dimisión forzada de la Directora del Servicio Secreto, cuya nota compartimos a continuación:

Renuncia Julia Pierson, jefa de Servicio Secreto de EU

Después de una polémica invasión a la Casa Blanca, la jefa del Servicio Secreto de Estados Unidos, cuerpo de élite encargada de proteger al presidente y su familia, renunció el miércoles envuelta en una controversia sobre la infalibilidad de la seguridad de Barack Obama.

Julia Pierson, durante su comparecencia ayer ante un comité del Congreso en Washington
"Hoy, Julia Pierson, Directora del Servicio Secreto de Estados Unidos, ofreció su renuncia, y la acepté", dijo el secretario de Seguridad Interior estadunidense, Jeh Johnson, en un comunicado, días después de la falla que permitió a un intruso saltar una valla e ingresar a la Casa Blanca.

Según la nota, Johnson nombró como interino a un director, Joseph Clancy, un miembro del Servicio Secreto retirado en 2011, hasta tanto no se designe a un nuevo jefe permanente.

Pierson reconoció el martes que el Servicio Secreto había cometido fallas "inaceptables" en su labor de protección del presidente y su familia y debió afrontar una serie de duras críticas de legisladores por la serie de incidentes que ha involucrado al cuerpo.

La renuncia se produce después de que un hombre, ex combatiente de Irak, ingresara el pasado 19 de septiembre en la Casa Blanca. Omar González, de 42 años, escaló las puertas de la residencia presidencial y consiguió alcanzar el edificio, más exactamente el gran salón denominado "East Room" (Salón Este) sin que el Servicio Secreto le detuviera.

El caso suscitó un acalorado debate sobre la eficacia de la policía de élite que realiza la custodia presidencial y también de dignatarios visitantes. González compareció hoy por segunda vez ante un tribunal de Washington y se declaró no culpable de tres cargos: invasión ilegal en un edificio protegido de acceso restringido, portando un arma peligrosa y en posesión de munición ilegal.

La jueza Deborah Robinson decidió mantenerlo bajo custodia y la sentencia se debería conocer en una audiencia fijada para el 21 de octubre. González enfrenta una pena de hasta 16 años de prisión. Su abogado, David Bos, rechazó que sea sometido al examen psiquiátrico ordenado por la jueza, debido a que su cliente es "penalmente responsable".

Más interrogantes que respuestas
Pierson asumió el cargo luego de un sonado caso que involucró a miembros del Servicio Secreto con prostitutas y se desempeñó en el puesto apenas durante 18 meses. Ahora, la Cámara de Representantes creará una comisión de investigación independiente, encargada del control de todo el Servicio.

En su comparecencia ante congresistas este martes, Pierson admitió que "los planes de seguridad no fueron ejecutados eficazmente" y expresó que asumía "totalmente la responsabilidad". Su testimonio "ha generado más preguntas que respuestas", consideró particularmente el republicano John Boehner, presidente de la Cámara, antes del anuncio de la salida de Pierson.

"Cuanto más sabemos, más se hace evidente que el Servicio Secreto está siendo socavado por una creciente complacencia y la incompetencia", dijo, para acotar que "el presidente debe determinar rápidamente si la agencia está bien comunicada por la dirección actual", agregó.

El caso del intruso se suma a una serie de incidentes que dejaron expuesto al Servicio: agentes en misión habían recibido prostitutas en Colombia en 2012, y otros fueron encontrados borrachos en los Países Bajos en marzo. Además, un hombre había disparado en noviembre de 2011 contra la Casa Blanca desde su automóvil, sin ser visto de inmediato, y los orificios de bala fueron descubiertos recién varios días más tarde.

El ministro Jeh Johnson, sin embargo, saludó hoy los 30 años de labor de esta policía de élite, a la que considera "uno de los mejores servicios de protección oficial en el mundo". En ese sentido se refirió a las operaciones de seguridad en torno a los jefes de Estado en la Asamblea General de las Naciones Unidas la semana pasada en Nueva York, o la Cumbre Africana en agosto en Washington.

Johnson aprovechó la oportunidad para anunciar una "evaluación" del Servicio Secreto por un panel de expertos independientes que le entregarán sus recomendaciones sobre la seguridad de la Casa Blanca y sobre el próximo director del Servicio Secreto. Su adjunto, Alejandro Mayorkas, comandará una investigación sobre el último incidente y deberá entregar conclusiones antes del 1 de noviembre.

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