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McCain dice que un 'no' del Congreso al ataque contra Siria sería 'catastrófico'

El senador John McCain, tras reunirse con Obama. | Reuters

El presidente Barack Obama intenta aliarse con su antiguo rival John McCain para que el reticente y dividido Congreso apoye el ataque contra Siria. El senador republicano, que perdió contra Obama en 2008, es favorable a la intervención, pero se queja de que será demasiado limitada.

Este lunes, que era festivo en Estados Unidos, el presidente recibió en la Casa Blanca a McCain y a Lindsey Graham, otro crítico si el ataque a Siria se trata de sólo un par de días de misiles contra pocos objetivos militares. Después de la reunión con Obama, McCain se mostró más abierto a apoyar la resolución.

Según él, un voto negativo sería "catastrófico" para la "credibilidad" del país. El senador podría dejarse convencer si la Administración también respalda más a los opositores a Asad. "Todavía tenemos reparos significativos, pero creemos que se está preparando una estrategia para apoyar a la oposición", dijo.

El apoyo de McCain podría arrastrar a algunos colegas de su partido, que ya han expresado muchos reparos desde que Obama reculó este sábado y llevo el ataque al Congreso. «Creo que esto va a ser muy difícil de vender», dijo Tom Cole, congresista republicano de Oklahoma y uno de los pocos centristas. Ahora está considerando votar en contra de atacar Siria. Como el resto de la Cámara de Representantes, se enfrenta a los comicios legislativos de 2014 y apoyar una intervención que la mayoría de los estadounidenses rechazan y no comprenden puede tener coste electoral.


La resolución de la Casa Blanca ni siquiera se ha empezado a debatir oficialmente, pero un grupo de senadores ya está reescribiéndola. Si bien no estaba obligado a hacerlo, el presidente ha querido poner la intervención en Siria en manos de uno de los congresos más fracturados y que menos legislación ha producido en la historia del país. Entre el Senado, de mayoría demócrata, y la Cámara de Representantes, con más escaños para los republicanos, ambos partidos no logran acuerdos sobre el presupuesto, el control de armas o la inmigración. En junio, la Cámara rechazó hasta una ley sobre subvenciones agrícolas que suele tener amplio apoyo de ambos partidos. El centro menguante hace cada vez más irreconciliables los extremos en grupos también divididos por dentro.

El Congreso vuelve en pleno después de su descanso vacacional el próximo lunes, pero la Casa Blanca ha invitado en las últimas horas a sus miembros a varias sesiones informativas para mostrar las pruebas y explicar los argumentos a favor del ataque. El domingo, unos 80 congresistas acudieron al ‘briefing’ convocado de urgencia.

Ambos partidos están preocupados por la intervención y ya están poniendo pegas a la Administración nada más empezar.

El senador demócrata Patrick Leahy, el presidente de la comisión judicial, se queja de que la propuesta de la Casa Blanca es «demasiado amplia» y que será «enmendada en el Senado». Con la ayuda del líder demócrata del Senado, Harry Reid, el senador ya la está volviendo a escribir para reenviarla a la Casa Blanca, que tendría que volver a empezar el proceso. La resolución pide autorización para que el comandante-en-jefe utilice el ejército «según considere apropiado en conexión con el uso de armas químicas y otras armas de destrucción masiva en el conflicto de Siria».

La Cámara de Representantes también podría querer meter mano en el nuevo borrador retrasando la votación, que se espera a mediados de este mes. Uno de sus miembros, el demócrata Chris Van Hollen, sugirió que, como poco, la resolución debe excluir explícitamente el uso de tropas en el terreno, una promesa que ha hecho el presidente, pero que no está por escrito. Hollen participó en 1988 en la misión a la frontera turco-iraquí para investigar las acusaciones de que Sadam Husein había utilizado armas químicas contra los kurdos. Entonces el congresista recomendó sanciones.

Aunque la Administración consiga convencer a los suyos en el Senado, lo tendrá más difícil en la Cámara, donde demócratas y republicanos están muy divididos incluso dentro de su propio partido. Los líderes de ambos grupos, el republicano John Boehner y la demócrata Nancy Pelosi, ya han indicado que no presionarán a sus miembros en ninguna dirección porque los congresistas deben votar según su «conciencia», si bien ambos probablemente apoyarán la intervención.

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