El autor de la saga novelesca de Maqroll el Gaviero residía en Ciudad de México desde 1956 y recibió el Premio Cervantes en 2001
Álvaro Mutis era uno de los grandes escritores latinoamericanos, poeta de la desesperanza y el destierro, en cuya obra la naturaleza indómita del trópico es metáfora del deterioro del tiempo en la naturaleza humana y su protagonista, como Maqroll, su alter ego, un solitario viajero errante, que entre puertos y hoteles de mala muerte, sobrevive, como en el eterno vaivén de un viejo barco, entre lo efímero y la plenitud pasada.
Nacido en Bogotá en 1923, de padre diplomático, cursa sus primeros estudios en internados de París y Bruselas. Tras la muerte de su padre, regresa a Colombia donde pronto deja el bachillerato por la poesía y el billar. Comienza a trabajar en una emisora de radio como locutor de noticias y dirigiendo un programa cultural. También se emplea en empresas multinacionales como las petroleras Standard Oil y Esso, lo que le supone viajar sin cesar. Inicia entonces su carrera literaria, que combina con colaboraciones periodísticas, y en 1947 publica su primer libro de poemas, La Balanza. Se vincula con los jóvenes poetas alrededor de la revista Mito y sigue publicando libros de poesía. En Los elementos del desastre, de 1953, aparecerá por primera vez Maqroll el Gaviero, personaje que nunca abandonará.
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Mutis con Botero y García Márquez. / EL ESPECTADOR
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"El Gaviero viene de mis lecturas de Conrad, de Melville (sobre todo de Moby Dick); es el tipo que está allá arriba, en la gavia, que me parece el trabajo más bello que puede haber en un barco, allá entre las gaviotas, frente a la inmensidad y en la soledad más absoluta", afirmó Mutis en una ocasión para explicar al protagonista de siete de sus nueve libros de narrativa.
En 1956 se establece en México a donde llega con varias cartas de recomendación, una de ellas dirigida al cineasta Luis Buñuel, con las que consigue trabajo en el mundo de la publicidad. En esos años conocerá a dos de sus grandes amigos, Octavio Paz y Carlos Fuentes.
Tres años más tarde es detenido y encarcelado en el famoso Palacio Negro de Lecumberri, acusado de malversación de fondos en la petrolera Esso, donde era jefe de relaciones públicas. Estuvo 15 meses preso a la espera de su posible extradición a Colombia por los delitos que se le imputaban y que al final nunca se consumó. Su estancia en prisión, que recogería en El diario de Lecumberri (1960), cambiaría su vida, hasta el punto, como él mismo llegó a reconocer, de que sin aquella experiencia ni sus novelas de Maqroll ni su poesía posterior hubieran existido.