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Hasta siempre, Martha!

La conocí en el ocaso de su vida, cuando ya sus días casi se gastaban, pero ello no fue valladar para acogerla cual si de una amiga de toda la vida se tratara. Tuve la dicha de contarla como empleada en un pequeño proyecto de Call Center que junto a mi esposa emprendí a final del pasado año. Más que empleada de ocasión fue una compañera, amiga, y una muy especial, dotada de finísima sensibilidad y don de gente sin par, de tal dimensión que aunque fueron cortitos los días de trabajo a nuestro lado, parecieron eternos. Sonreía cuando su alma estaba atribulada y aguijoneado su cuerpo por la letal enfermedad que finalmente la arrancó de la tierra. Nunca dió señales de decaímiento, ni invocó palabras malsonantes pese a que su físico se iba diluyendo con la celeridad de un rayo. Antes bien hablaba de positivismo, de superación y triunfo, con una energía y vitalidad apenas creíbles para una persona cuyos días estaban, literalmente, contados. No la oí quejarse en ningún momento y siempre parecía tener el consejo oportuno a flor de labios. Respondía con silencio cuando algún chisme o insano comentario era formulado en su presencia. Virtud rara y escasa en estos tiempos en que vituperar y criticar alegremente y sin base está tan en boga. Fue aliciente e inspiración de muchos que teniéndolo todo patinamos en el tremedal de la inconformidad. Luchó con valentía y arrojo, pero hoy Dios finalmente la convocó a su lado. En esta hora triste oramos por el eterno descanso de su alma, y ofrecemos la más sentida condolencia a su consagrado esposo José, a su pequeño hijo Leny, y a todos los que supieron quererla como hija y hermana, Indiana, Julia, Luis Daniel, David y Tony incluídos. Paz a los restos mortales de la amiga Martha García! *Johan Rosario.-

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