*Relato La segunda vez
Se encontraron de nuevo por pura casualidad, en una fiesta, después de tantos años.
No podían entablar contacto directo, no allí, no en ese instante tan parecido al vértigo. Pero sus ojos se bañaron de luces y se besaron en silencio con la mirada y fue suficiente para saber lo que estaban sintiendo, lo mismo que entonces, lo mismo que habían sentido en cada clandestino encuentro. Las mismas mariposas de aquellos días furtivos. La respiración aumentando en el centro de la vida, el corazón peleando por saltarles del cuerpo, y las manos, esas manos que conocían de memoria cada secreto detalle de la piel amada, inquietas, como aves prisioneras, desesperadas por reunirse en vuelo.
De súbito, algo distrajo a los acompañantes y sus dedos lograron rozarse por un momento.
Hay quienes sostienen que existe una memoria del cuerpo cuyos recuerdos son mucho más duraderos e intensos que los de la mente y que puede despertarse con el más sutil de los estímulos.
Es cierto, una liviana caricia, el suave roce de unos labios, pueden ser suficiente para desatar una apasionada reacción en cadena.
Eso fue lo que sintieron. De pronto y sin que pudieran controlarlo, el recuerdo se reencarnó en sus cuerpos. Las bocas se llenaron nuevamente con todos los besos, un suave temblor recorriendo la espalda, y el deseo, otra vez el deseo, como antes, como siempre.
Pero alguien se acercó hablándoles y su voz los despierta. Se rompió la magia, huyeron los besos, se apresaron las manos y el sudor se hiela. Aunque nadie llegó a notarlo, no se han dado cuenta.
Así, sin haber pronunciado ni una sola palabra aún, los amantes se alejan, sabiendo que ya no se darán la vuelta. *Johan Rosario.
