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Un tamborileño que conquistó el 'Sueño Americano' y lo trasladó a Tamboril, cae abatido a balazos en su propio terruño

mario

Mario Henríquez triunfó en Nueva York, y, como muchos criollos, vino a vivir en su tierra acariciando la idea de pasar sus últimos años cortejado por árboles vírgenes, cocotales, aire puro y gente buena, además de ver cada día el curso lento del mismo riachuelo delgado en el que de niño mojó por vez primera su vida, lejos de las agitadas y convulsas calles citadinas y los edificios sin fin del Nueva York infernal. Cinco balas asesinas, disparadas desde las mismas sombras en que aún se encuentran sus malvados gatilleros, apagaron para siempre los sueños que trajeron a este buen hombre de vuelta a su patria chica, trocando el idílico hogar fundado en el corazón de Nigua en el escenario de una lúgubre pesadilla

Por Johan Rosario

NIGUA ARRIBA, TAMBORIL.- Mario Henríquez, de 63 años, llevaba cerca de dos décadas radicado en la apacible y callada comunidad de Nigua, lugar en el que los parroquianos conservan la secular tradición de intercambiar comida por entre los alambres y donde con desbordada y hasta inocente generosidad, se ofrece aún café preparado con leña y colador a cualquier caminante que aparezca por esas calles de Dios. Es también un lugar en el que con solemnidad cerrada se escucha rosario de 6 y una capillita centenaria acoge cada sábado la religiosidad clamorosa de sus moradores buenos. Este tamborileño tan espigado como sus sueños construyó una bonita casa en el corazón de esta zona rural de Tamboril, enclavada en la falda de la Cordillera Septentrional, tras regresar preñado de éxitos de sus años neoyorkinos. Jamás imaginó que justamente en la tierra que nacieron sus utopías primeras y más tarde ancló su vida adulta huyendo del mundo de cemento y sirenas inacabables, encontraría la más terrorífica muerte. 

La familia Henríquez, de la que Mario era uno de sus más prominentes miembros, es sinónimo de respeto no sólo en la comunidad de Nigua. En Tamboril, Santiago y el país entero los Henríquez han amasado algo más que dinero: han logrado un sitial de reconocimiento por la integración que proyectan en sus actividades empresariales, y, sobre todo, por ser hombres y mujeres honestos y de bien, que con su ejemplo se han erigido en un paradigma social que trasciende los linderos locales.

Triunfó desde Haverstraw

En la Villa, Mario Henríquez logró resonante éxito en el mundo inmobiliario. Varias propiedades que adquirió entre los finales de los 80's y 90's en diferentes calles principales de esta ciudad quedan como símbolo del éxito conquistado por este tamborileño granado, que a golpe de sacrificio y entrega en trabajos que van desde factorías, industrias, entre otros renglones laborales enmarcados en la seriedad, dejó una impronta imborrable entre los suyos. Pese a triunfar en lo económico, Haverstraw ni ningún sitio de Estados Unidos era realmente el lugar que Mario quería para vivir ni lo que satisfacía su mundo espiritual. Por eso invirtió un considerable capital en casas y edificaciones en Nueva York y, antes de cerrar los 90's, empacó sus sueños en una maleta y regresó a Nigua. Vivió desde entonces de la renta.

5 balas asesinas

El domingo último, Mario descansaba plácidamente en una hamaca en su residencia, donde compartía junto a su esposa Blanca de Henríquez. Al caer el crepúsculo, abandonó su lugar de descanso para ir al traspatio a encender unos candelabros y así dar luz al lugar. Apenas si pudo mudar par de pasos cuando varias balas alevosas le traspasaron la vida sin siquiera darle espacio a una palabra. Los autores del vil hecho sangriento, apostados en una cerca oscura del lugar, no pudieron ser divisados por doña Blanca, debido, en parte, a la hora en que se registró el suceso, y, además, por la tradicional tranquilidad imperante en Nigua, donde hasta ahora no se había registrado nunca un hecho de este tamaño.

Aunque fue trasladado de urgencia primero al Centro Médico Tamboril y posteriormente a la Unión Médica de Santiago, desde un principio se advirtió cuán difícil sería esta carrera contra la muerte que tendría que librar Mario. Las 5 balas alojadas en su cuerpo no lo pudieron derribar de inmediato, pero en el día de hoy, vencido por numerosas cirugías y la gravedad de las heridas, su cuerpo ya no pudo resistir más tras 48 horas de ocurrida la fatal embestida cuya intención aparente era el robo.

Policía investiga

Efectivos de la Unidad de Homicios de la Policía Nacional han estado estudiando la escena del crimen, pero no existen pistas concretas todavía. Se barajan múltiples hipótesis y teorías. Por ejemplo, minutos antes de este suceso, en la propia entrada de Nigua, un joven fue despojado de una pasola, lo que ha dado pie a la creencia de que se trataría de las mismas dos personas que habrían penetrado a la propiedad de Henríquez.

Una perspectiva personal

Lo cierto es que este hecho ha dejado muy mal sabor entre todos los tamborileños, pues Mario era un gran munícipe. Siempre estuvo al frente de las más nobles y justas causas de Nigua, y de Tamboril. El servicio agua potable suministrado a esta comunidad se logró en parte gracias al esfuerzo tenaz desplegado por Mario junto a varios líderes comunitarios como Félix Monsanto en 1998. Me tocó vivir aquella experiencia en primera persona, pues tuve el privilegio de acompañarles en todo el arduo proceso que desembocó en la instalación por primera vez del sistema de agua potable que suple agua a casi el 90% de los moradores de aquel paraje rural, quienes antes de esta reivindicación tenían que apelar al agua de una peña ya por entonces moribunda.

Paz a los restos de este gran hombre y primo apreciado, y resignación a todos sus deudos. A Blanca, su esposa, a su hija Morena, a sus hermanos Pablo, Lesbia, Brígida, Lidia,  Roma, Saúl, y demás familiares y relacionados y a toda la comunidad ne Nigua que ha perdido a un hombre grande e imperecedero. Que los autores de tan monstresco hecho  sean atrapados y procesados por la justicia, esa que todos estaremos reclamando vivamente hasta tanto la veamos consumada.

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