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Editorial de El Nacional de la fecha


De mal gusto

No ha sido de buen gusto, por abrupta e inoportuna, la campaña que de manera subrepticia promueve desde ahora la candidatura presidencial del doctor Leonel Fernandez para las elecciones de 2016, porque esa tempranera iniciativa constituye una afrenta a una sociedad aguijoneada por tantos problemas, la mayoría derivados del clientelismo político.

Es mejor pensar o suponer que esa campaña que promueve a través de enormes vallas en avenidas y autopistas “el pronto retorno” del actual Presidente, no cuenta con el consentimiento del mandatario o que el jefe de Estado no fue consultado por los conmilitones que la ejecutan.

Se ha pretendido disfrazar el verdadero propósito de esa ofensiva propagandística con un mal disimulado mensaje de despedida al Presidente, que concluye su gestión el 16 de agosto, pero la verdad es que se trata de un burdo adelanto de una labor proselitista de cara a un proceso electoral previsto para dentro de cuatro años.


Es obvio que los patrocinadores de tal mascarada forman parte de algún sector político o empresarial que ha gozado de muchos privilegios en la actual administración y que pretende madrugar temprano en el propósito de reenganchar con una de las ubres del erario.

Esa gente con su excesivo lambisconismo causa severo daño a la imagen de un mandatario que no necesita de esa lisonja envenenada, pues figura entre los pocos inquilinos que no abandonarán el Palacio Nacional enfermo de soledad, pues su partido ganó las elecciones y su esposa fue elegida vicepresidenta de la República.

La campaña del “hasta pronto” presenta a un presidente Fernández como hombre excesivamente ambicioso que desde antes de concluir su mandato prepara su plataforma mediática y propagandística en procura de retornar al poder en 2016.

Los patrocinadores de ese despropósito, además de afectar muy severamente la imagen del Presidente, agreden a la población y ofenden al propio partido oficial que debería desvincularse de esos aprestos que bordean la frontera de la inmoralidad.

El mejor consejo que se podría ofrecer al presidente Leonel Fernández es que por el bien de su carrera política y como desagravio a una sociedad que apenas ha salido de un traumatizante proceso electoral, desautorice públicamente esa extemporánea campaña proselitista, puesta en marcha por gente que no son sus amigos. 

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