Por Domingo Caba Ramos
Debo confesarlo con toda sinceridad: No me gustan los generales parlanchines. No me gusta escuchar las verborreas emanadas de la boca de un jefe de la policía. Me desagradan los generales caracterizados por sus verbosidades patológicas o su incorregible blablablá. Detesto a los generales que les sobran palabras. Odio a los jefes policiales con complejo de relacionistas públicos o que siempre están dando declaraciones. Me asquean los protagonismos estúpidos y ridículos.Muy por el contrario, en un jefe policial siempre he admirado su prudencia expresiva o el uso racional de la palabra...Me encantan los silencios oportunos o las parquedades inteligentes. Pienso que la palabra que sobra casi siempre daña, molesta o envenena. Envidio la increíble humildad del sabio.Reitero mi tesis de que la comunicación resulta efectiva cuando decimos lo que no debemos callar y callamos lo que no debemos decir. Y como entiendo que la conducta lingüística del actual jefe de la Policía Nacional se aparta por completo de los rasgos antes descritos. O como considero que el mayor general, Guillermo Guzmán Fermín, sufre al parecer de “verborritis" crónica, desde esta humilde tribuna me atrevo a recomendarle, animado de la más sana de las intenciones:¡General, cállese por favor! dcaba5@hotmail.com
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