Estados Unidos ha dado un paso de gigante en su confirmación como gran nación de emigrantes: el Senado aprobó este jueves definitiva y contundentemente la reforma que permite la legalización de más de 11 millones de indocumentados, lo que puede conducir a una honda transformación con implicaciones económicas, políticas, sociales y culturales. Aunque la votación de esta tarde está todavía pendiente de su ratificación en la Cámara de Representantes, el debate se desenvuelve en un contexto histórico que permite vaticinar su éxito final.
El resultado final de la votación -68 contra 32- supone un respaldo mucho mayor de lo que hubiera sido posible anticipar hace solo unos meses y confirma el surgimiento de una sólida coalición parlamentaria que podría ser suficiente como para vencer las resistencias que esta ley, de alcance histórico, puede aún encontrar en su camino hacia el Despacho Oval.
"El Senado de Estados Unidos ha servido hoy a los ciudadanos, llevándonos un paso más cerca a la resolución definitiva del sistema de inmigración", aseguró Obama en un comunicado adelantado por la Casa Blanca. El presidente afirmó que el proyecto de ley "es un compromiso" y que ninguna de las partes implicadas logró todo lo que querían. "Ni los demócratas, ni los republicanos, ni yo. Pero la ley es consistente con los principios de sentido común que, como tantos, he defendido en tantas ocasiones".
Esta reforma migratoria ha sido, durante décadas, la aspiración de millones de familias que viven en una dura clandestinidad, sin acceso a la mayoría de los servicios sociales, sin perspectivas de una vida estable, discriminados y marginados, cuando no perseguidos o confundidos con delincuentes. Pero no solo eso. La reforma ha sido un constante campo de batalla en el que los partidos políticos han rivalizado por cada vez más atractivos intereses electorales. Por más de 30 años, los intentos de poner en orden un sistema migratorio a todas luces quebrado se han estrellado con la oposición de quienes pretendían conservar su escaño o su criterio estrecho sobre la nacionalidad o las tradiciones norteamericanas.