Los muertos y heridos en accidentes causados o en que están envueltas “voladoras” forman una larga lista, pero por la temeridad con que se desplazan los vehículos la población todavía ha tenido suerte de que no se hayan registrado tragedias más aterradoras. ¿Acaso es lo que se espera para actuar contra conductores que no respetan semáforos, transitan en vía contraria, se paran a tomar o dejar pasajeros en donde se les antoje, se adueñan de los espacios públicos y, lo que es peor, se desplazan a una velocidad de espanto, como alma que lleva el Diablo? Se atribuye precisamente a esa temeridad el accidente provocado por una “voladora” en las inmediaciones de la Universidad del Caribe, que costó la vida a una estudiante del centro y causó lesiones a una hermana de la víctima. Pero ni así han decidido intervenir las autoridades para frenar al menos la velocidad con que transitan las unidades. Hay que ver cómo los conductores pisan el acelerador y las maniobras que realizan con el volante cuando se disputan un pasajero. No respetan agentes de tránsito o del orden, semáforos ni nada.
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