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¿DE QUE SE RIE EL ALCALDE?


Por Antoliano Peralta Romero

Comprendo que un político que administre un banco casi estatal y logre un préstamo  de más de noventa millones para una empresa familiar esté sonriente; o que ese mismo político haya recibido una compensancion de doce millones de pesos a poco más de un año de trabajo. Se justifica su sonrisa.

Entiendo que un legislador que administre cientos de miles de pesos y disponga de dos exoneraciones de vehículos en cuatro años tenga motivo para reír a carcajadas.

Es comprensible que el “presidente” de un partido que augura un éxito rotundo en sus aspiraciones reeleccionistas en las elecciones internas de ese partido, tenga motivos para reír sabiendo que cuenta, para ese proceso, con el control del padrón, de la Comisión Organizadora y del Centro de Cómputos, además del manejo a su antojo del presupuesto de la Organización.

Justifico que un profesional de humilde origen económico que haya logrado por  Gracia de su activismo político engancharse a “servidor público” y que por ese sacrificio perciba más de medio millón de pesos mensuales en un país donde el salario de maestros, enfermeras y policías no alcanza los diez mil pesos, se revuelque de risa y se pellizque para asegurarse de que todo eso es real.


Que los simpatizantes del equipo alemán de futbol mueran de risa, es comprensible.

Ahora, lo que no entiendo por más vuelta que doy al asunto es de qué se ríe el alcalde de Bayaguana.
En cada momento en que aparece su imagen ante las cámaras exhibe una sonrisita inexplicable. 

Él, es cierto, está amparado en la presunción legal de inocencia y hasta podría ser inocente. Pero el hecho de que unos facinerosos confiesen que dispuso asesinar a un hombre para encubrir un desfalco, no es como para reír.  Yo, por lo menos, no le veo la gracia.

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