Diario El tiempo (Tegucigalpa)
Bonaparte decía que con las bayonetas puede hacerse todo, menos sentarse en ellas. Sin embargo, el régimen de facto está sentado en las bayonetas, y apuesta a la autarquía, aunque sin las condiciones para hacer de Honduras la isla de la fantasía. La autarquía es, de acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, “Estado de un país o territorio que procura bastarse con sus propios recursos, evitando, en lo posible, las importaciones de otros países”. En la reciente reunión del empresariado que promovió el golpe de Estado militar y que se dedica a la defensa intransigente del régimen de facto, Amílcar Bulnes, presidente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP), sentenció: “La única forma en que vamos a salir adelante es con nuestros propios recursos y defendiendo nuestros propios intereses”. Los recursos propios a que se refiere Bulnes son, por supuesto, los recursos que el Estado —o sea el dinero de nosotros, los contribuyentes— pone a disposición de los empresarios, y además los ahorros del pueblo hondureño, para aplicarlos a “la defensa de nuestros propios intereses”, o sea los intereses de la élite golpista. Vistas así las cosas, se trata de un negocio redondo de este sector oligárquico dispuesto a todo, antes que permitir aún el más leve cambio para impulsar el desarrollo económico y social justo y equitativo, democrático y participativo, de la nación hondureña. En estas condiciones, el empresariado comprometido con el régimen de facto no solamente echa mano de “nuestros propios recursos” sino que exige a su gobierno de facto amarres con nudo ciego, a prueba de todo riesgo. “Son necesarios —pide— algunos instrumentos legales, incentivos en materia de inversión y clima adecuado, que generen empleos, y, una vez publicados en La Gaceta, las personas que no tienen empleo puedan optar a un empleo a medio tiempo, por hora, por contrato o jornada”. En suma, la derogación de la actual legislación del trabajo. Por supuesto, todo esto puede hacerse con las bayonetas. ¡No faltaba más! Lo que no puede hacerse con ellas es romper el cerco internacional, mundial, al régimen de facto, y, en tales circunstancias, lo que se plantea es el hundimiento económico del país porque, quiérase o no, la salida a la crisis política y económica es de innegable y exclusiva naturaleza política. Para un país como Honduras, dependiente casi en su totalidad de la cooperación internacional y de los mercados externos, que carece de capacidad de ahorro interno para apoyar la inversión de mediano y largo plazo, la propuesta del desarrollo autárquico es una utopía. Una cruel utopía. Peor si, como está a la vista, no se dan las condiciones para un proceso electoral libre, limpio y transparente, y, por el contrario, se proyecten elecciones generales en noviembre a punta de bayoneta. Entonces, el aislamiento de Honduras no sería de seis meses, en medio de una rebelión civil de baja intensidad.
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