Banner3

Banner3
Loading...

Cuando todo se ha perdido


Por Andrés L. Mateo

Luis “El Gallo” reparte gatos para combatir la plaga de ratones, rifa peinados en salones de barrios, patrocina torneos de bingo, tapa cien o doscientas goteras de un barrio miserable, despliega el bastón ballet en las calles polvorientas de un pueblo remoto, pinta la iglesia del villorrio, tapa pinches de bicicletas, y husmea en los desvencijados sueños de los pobres abrazando dos viejas que lo miran como un redentor.

Leyendo un artículo elogioso de las funciones del inefable Luis “El Gallo, escrito por Miguel de Mena, primer secretario de la embajada dominicana en Alemania (y otros boroneos sociológicos); se me ocurrió escribir esta oda, que es un canto a la habilidad de maniobrar las apariencias, y un modelo de cómo la abyecta sumisión al pensamiento de la autoridad se vuelve obediencia y taciturnidad. Luis “El Gallo” reparte gatos para combatir la plaga de ratones, rifa peinados en salones de barrios, patrocina torneos de bingo, tapa cien o doscientas goteras de un barrio miserable, despliega el bastón ballet en las calles polvorientas de un pueblo remoto, pinta la iglesia del villorrio, tapa pinches de bicicletas, y husmea en los desvencijados sueños de los pobres abrazando dos viejas que lo miran como un redentor. Pero “quien quiere hacer el ángel hace la bestia”. Luis “El Gallo” es la esencia misma de lo que quiere combatir. Es la antítesis de un redentor. Es eso que los franceses llaman les semblants, las apariencias, los fingimientos, las parodias y los simulacros que el mismo sistema de injusticia genera. Y un sociólogo que se respete, por más oficialista que sea, encuentra que en esas acciones, por demás pagadas con fondos públicos, está implícita la certeza de la inevitable permanencia de la miseria más humillante. El asistencialismo es la dictadura de la desigualdad; la prostitución, de la dignidad del sujeto. Y no es un mérito instrumentalizar la miseria.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Vistas de página en total