
El Profesor Bosch decía que teníamos dos oídos y una boca para escuchar el doble de lo que hablamos. Los funcionarios no recuerdan la frase, porque es increíble lo sordos que son y lo mucho que hablan. El despilfarro verbal contrasta con la economía de actos, sus lenguas son más rápidas que sus acciones. El encumbramiento los convirtió en respondones, no dejan pasar una a nadie, aunque les convenga callar. El caso de Bengoa con los empresarios es paradigmático, sus respuestas nada políticas les están generando antipatías a la administración Fernández. Hablan como si no hubiera más elecciones que ganar.
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