Los políticos, por querer ganar el futuro, pierden el presente. La mayoría de los problemas que nos aquejan se deben a la postergación de soluciones en espera de tiempos políticamente propicios. Esos mejores tiempos siempre se quedan en el porvenir, son como el letrero de los comerciantes: "hoy no fío, mañana sí". Las elecciones son el permanente hoy de nuestros políticos; mientras haya votos que perder, faltarán decisiones importantes que tomar. Los políticos son esclavos de la popularidad como la vanidad femenina lo es del espejo. Lo penoso, las soluciones correctas son tan difíciles de tragar como los buenos medicamentos.
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