La vida del historiador cambió de pronto cuando encabezó a los militares peñagomistas que se negaban a aceptar el fraude de las elecciones de 1994. De pronto, debió hacerse invisible, dedicarse a escribir libros y aceptar de buena gana la representación ante la Junta Interamericana de Defensa. Allá lo fue a buscar Hipólito Mejía cuando ganó las elecciones del 2000. Fue el primero de los anuncios que hizo Mejía. Hoy están separados. Soto quiere la silla presidencial, sin tener partido. Él sabe que las fundaciones ayudan a los políticos. Y estudia con atención meticulosa los movimientos de Leonel Fernández. Soto Jiménez está en política. Intelectual y guardia, con aspiraciones políticas, dueño de una fundación nacionalista, algo parecido al movimiento V República; más que boliviariana, duartiana.*Tomado de Clavedigital.com
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