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La ausencia de lucidez acaba con los pueblos


El pueblo dominicano no sabe elegir a sus autoridades, debido a que no está preparado para ejercer un sufragio consciente. Es por eso que en cada proceso electoral va a las urnas sin importarle su futuro, a depositar un voto vendido al mejor postor o manipulado a favor del candidato que mejor estrategia elabore en campaña.

Esto conlleva a que en cada elección se escojan candidatos sin capacidad para gobernar. El dominicano vota por quien sepa manipular el voto con el clientelismo o con estrategias persuasivas. Es un pueblo al que no le interesa cual es el mejor candidato, ni su capacidad intelectual, ni mucho menos cual es su programa de gobierno. Solo le preocupa matarse el hambre del momento, aunque muera de necesidad. En cada certamen electoral en la República Dominicana se cuelan los narcotraficantes, los corruptos, los que buscan impunidad. Ellos se aprovechan de la ignorancia de este pueblo famélico y sin consciencia. Las personas preparadas, estudiosas, honestas y trabajadoras no ascienden al poder político, porque vienen de bajos estratos sociales, sin recursos y se convierten en victimas del apabullante poder económico que esta en manos de los más habilidosos. En el sistema electoral criollo prima una falta de educación y responsabilidad ciudadana. Se necesita un cambio de consciencia que ponga fin al clientelismo excluyente y corrupto que campea en las instituciones del Estado. Es hora de comenzar a reflexionar con detenimiento en el valor del voto para que las urnas de las próximas elecciones congresuales y municipales no alumbren nuevos pichones de corruptos, narcotraficantes y ladrones. Es necesario que los electores hagan consciencia de la importancia de un programa de gobierno viable, que el candidato sea capacitado y sin compromiso con sectores oscuros, que cada día sumergen a este pueblo en la miseria. No se puede votar por caras bonitas o porque el candidato reparte dinero y comida un día, sino por personas con experiencia, sin afán de amasar fortunas y, sobre todo, de principios morales y religiosos. Cuando el elector vota por compromisos económicos contraídos con el candidato esta cavando su propia tumba, porque el voto comprado o manipulado por el dinero tiene consecuencias funestas. *Arturo Taveras/Código32

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