Alias El Teo, capturado en el dia de hoy, es acusado de acribillar a por lo menos 300 personas con cuyos cuerpos preparaba pozole, el equivalente mexicano a lo que conocemos como sopa
No es enero un buen mes para El Teo. Hace justo un año, el Ejército mexicano le echó el guante en Tijuana a un tipo que se hacía llamar El Pozolero, dado que su medio de vida consistía en convertir en pozole -un guiso típico a base de carne, maíz y chile- a los narcotraficantes rivales. El Pozolero declaró que, sólo en 2008, su jefe, un tal Teodoro García Simental, alias El Teo o El tres letras, le había encargado que convirtiera en caldo a 300 sujetos, lo que él llevaba a cabo sumergiendo sus cuerpos ya sin vida en bidones llenos de sosa cáustica, dejándolos macerar durante 24 horas y arrojándolos, finalmente, a una fosa séptica. Todo, por 600 dólares a la semana. Ahora, por fin, acaba de caer El Teo. Durante meses, la Policía Federal y el Ejército fueron acorralándolo cada vez más, deteniendo a sus lugartenientes, uno apodado La Perra y otro El Kaibil, cuya pistola de nueve milímetros llevaba grabadas en oro las tres letras del apodo de su jefe junto a un surtido de calaveras. Pero no se trataba sólo de quincalla. Las autoridades mexicanas hacen responsable a El Teo de buena parte de la violencia desatada en el estado fronterizo de Baja California desde que, en 2008, rompiera con sus antiguos jefes, los Arellano Félix, y emprendiera una guerra por el control del tráfico de drogas hacia Estados Unidos. El Teo, por cuya captura se ofrecía una recompensa de 2 millones dólares, tendrá que responder ahora por más de 300 asesinatos. Durante la presentación a la prensa del narcotraficante, que lucía rollizo y con perilla, uno de los jefes de la Policía Federal, Ramón Eduardo Pequeño, aseguró que la organización criminal que dirigía El Teo mantenía vínculo con otros dos poderosos carteles, el de La Familia y el de Sinaloa, que le suministraban la droga que el ahora detenido introducía en Estados Unidos. "Y para mantener la financiación de su estructura operativa", explicó el jefe de la Policía Federal, "El Teo recurría al secuestro de empresarios y comerciantes de sus principales zonas de operación, como Ensenada, Rosarito, Tijuana y Tecate". En todos esos lugares, este lunes fue un día de alegría y también de miedo. Todo el mundo sabe que, tras la captura de un capo de la droga, los que aspiran a ocupar su lugar se apresuran a presentar su candidatura... a tiro limpio.
No es enero un buen mes para El Teo. Hace justo un año, el Ejército mexicano le echó el guante en Tijuana a un tipo que se hacía llamar El Pozolero, dado que su medio de vida consistía en convertir en pozole -un guiso típico a base de carne, maíz y chile- a los narcotraficantes rivales. El Pozolero declaró que, sólo en 2008, su jefe, un tal Teodoro García Simental, alias El Teo o El tres letras, le había encargado que convirtiera en caldo a 300 sujetos, lo que él llevaba a cabo sumergiendo sus cuerpos ya sin vida en bidones llenos de sosa cáustica, dejándolos macerar durante 24 horas y arrojándolos, finalmente, a una fosa séptica. Todo, por 600 dólares a la semana. Ahora, por fin, acaba de caer El Teo. Durante meses, la Policía Federal y el Ejército fueron acorralándolo cada vez más, deteniendo a sus lugartenientes, uno apodado La Perra y otro El Kaibil, cuya pistola de nueve milímetros llevaba grabadas en oro las tres letras del apodo de su jefe junto a un surtido de calaveras. Pero no se trataba sólo de quincalla. Las autoridades mexicanas hacen responsable a El Teo de buena parte de la violencia desatada en el estado fronterizo de Baja California desde que, en 2008, rompiera con sus antiguos jefes, los Arellano Félix, y emprendiera una guerra por el control del tráfico de drogas hacia Estados Unidos. El Teo, por cuya captura se ofrecía una recompensa de 2 millones dólares, tendrá que responder ahora por más de 300 asesinatos. Durante la presentación a la prensa del narcotraficante, que lucía rollizo y con perilla, uno de los jefes de la Policía Federal, Ramón Eduardo Pequeño, aseguró que la organización criminal que dirigía El Teo mantenía vínculo con otros dos poderosos carteles, el de La Familia y el de Sinaloa, que le suministraban la droga que el ahora detenido introducía en Estados Unidos. "Y para mantener la financiación de su estructura operativa", explicó el jefe de la Policía Federal, "El Teo recurría al secuestro de empresarios y comerciantes de sus principales zonas de operación, como Ensenada, Rosarito, Tijuana y Tecate". En todos esos lugares, este lunes fue un día de alegría y también de miedo. Todo el mundo sabe que, tras la captura de un capo de la droga, los que aspiran a ocupar su lugar se apresuran a presentar su candidatura... a tiro limpio.
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