Nos están poniendo la historia patas arriba, la antigua, la más reciente y la contemporánea. Hace unos meses supimos que Trujillo era un bizcochito —según su hija—, ayer los abogados de Figueroa-Agosto afirmaron que el hombre no ha visto droga ni de lejos y ahora sabemos que Balaguer no mató a Narcisazo. Nada de lo anterior guarda relación, pero son muchas cosas juntas. ¡Llévenos al paso! Aunque mucha gente pegue el grito al cielo en todo esto, lo considero positivo, pues la historia no es algo estático, sino dinámico, lo que ocurrió, para saber que ocurrió, necesita revisarse constantemente. En otros países es un proceso normal —dejan tocar las dos campanas— pero en el nuestro es todo un trauma.
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