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Conviene a Leonel tomar un descanso


POR JUAN BOLIVAR DIAZ*

Con todo el poder en sus manos convendría al presidente LF respetar su Constitución, mejorar su promedio de Gobierno y fortalecer la institucionalidad democrática

Cualquier vía que escoja el presidente Leonel Fernández para prolongarse en el poder más allá del 2012 implica desconocer la propia Constitución que acaba de proclamar y serios riesgos de debilitamiento de su liderazgo, lo que podría decretar un mal final de su exitosa carrera política. En vez de aferrarse al Gobierno, el líder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) podría tomarse un descanso y dejar abierta la posibilidad del retorno, dedicándose estos dos años a mejorar su promedio de gobierno y a realizar reformas políticas que afiancen la institucionalidad democrática. Una sola y única vía. Sólo una nueva reforma constitucional legitimaría una repostulación del presidente Leonel Fernández, y cualquiera de las otras dos vías que se han señalado implicaría una violación de la Constitución que él mismo acaba de proclamar, la que cambió el “nunca más” después de dos gobiernos por un posible retorno, pero sin reelección consecutiva. El artículo 124 de la Constitución proclamada el 26 de enero pasado no deja la menor duda: “Elección Presidencial. El Poder Ejecutivo se ejerce por el o la Presidente de la República, quien será elegido cada cuatro años por voto directo y no podrá ser electo para el periodo constitucional siguiente”. La única vía válida para una repostulación de Fernández en el 2012 sería una nueva modificación de la Constitución. La interpretación por parte del Tribunal Constitucional a ser constituido o apelar al referendo que instituye la nueva carta magna serían traumáticas para la institucionalidad y legitimidad democráticas. Hay corrientes jurídico-políticas que sostienen que la nueva Constitución implica un nuevo conteo, como se aventuró a sostener esta semana el joven abogado Trajano Vidal Potentini, quien preside la Fundación Justicia y Transparencia. Pero los expertos constituconalistas Flavio Darío Espinal y Eduardo Jorge Prats, como se pudo leer en HOY del 9 y 11 de junio plantean tajantemente lo contrario. Ambos juristas, quienes formaron parte de la comisión presidencial que redactó el primer borrador de la nueva Constitución, dicen que la única vía sería una nueva reforma del texto, lo que dudan que ocurra. La tercera vía que contemplan los continuistas, la del referendo, todavía no ha sido sostenida públicamente por nadie, y es más difícil de justificar que pueda estrenarse el mecanismo de la consulta instituido en el artículo 210 de la Constitución con algo que contradiga una clara disposición de la misma.

Sacudiría hasta el PLD

Antes de enviar al Congreso el proyecto que originó la actual Constitución, el presidente Fernández se comprometió ante el Comité Político de su partido a que no intentaría un mecanismo para buscar la reelección en el 2012, lo que disipó incertidumbres y disensiones en el seno de su organización, donde por lo menos Danilo Medina, Franklin Almeyda, Francisco Domínguez Brito y Francisco Javier García han dejado manifiesta su voluntad de optar por la candidatura presidencial. Ya esta semana un dirigente del PLD de la categoría del ministro de la Presidencia, el destacado jurista César Pina Toribio, se atrevió a echar un balde de agua sobre los “sectores externos al partido” que alientan el continuismo, sosteniendo que la nueva Constitución no le permite al presidente Fernández optar por la reelección en el 2012. El Diario Libre del viernes 11 recogió su respuesta: “Mi criterio es que no le permite (la repostulación). Además el Presidente estaba muy cierto y muy seguro cuando suscribió el pacto en ese sentido, de cuáles eran los alcances de esa disposición constitucional y no mostró preocupación alguna de que fuera de otra manera”. La perspectiva de seguir en el disfrute del poder determinaría que una gran mayoría de sus partidarios se decantaran en apoyo al Presidente, si decidiera dar el salto definitivo al continuismo, lo que al decir de Rosario Espinal implicaría “la etapa final de la mutación del peledeísmo al balaguerismo”. Pero conllevaría el riesgo de desgarramientos e inhibiciones que pudieran revertirse en debilitamiento del partido y pérdida de un caudal electoral que se ha mostrado en proceso de reducción. Los conflictos serían mayores en la medida en que en los próximos meses inevitablemente se manifiesten las aspiraciones y movimientos de los aspirantes peledeístas que luego serían más difíciles de revertir. Es de los factores que tienen en cuenta los que favorecen que se busque una reforma constitucional de inmediato “que ponga raya a los que aspiran a suceder al líder”. Pero a su vez, eso adelantaría conflictos y rechazos que podrían debilitar la gobernabilidad en los dos próximos años. Algunos “estrategas” plantean que al Presidente le convendría adelantar su metro y otras obras de exhibición antes de decidirse. El merecido descanso. En el PLD, como en todos los sectores nacionales, hay quienes creen que lo más conveniente es que el doctor Fernández logre resistir las tentaciones derivadas de la adicción al poder, de la que él parece empezar a ser una víctima, empujado por quienes se benefician de las liberalidades y reparticiones que ese camino conlleva. Con la actual Constitución y quedando con el control de todos los poderes del Estado, en el liderazgo del partido y con su millonaria Fundación Global, el mandatario tendría todas las posibilidades de ser repostulado en el 2016. Sea quien sea el que le suceda en el 2012 no reuniría fuerzas para reformar la Carta Magna a fin de reelegirse. Mas bien habría que negociar con él hasta para aprobar un préstamo o un nuevo impuesto. Auspiciando una sucesión democrática, sobre todo si rehúye la tentación de imponer un candidato, Fernández Reyna quedaría con toda la fuerza moral para prolongar su liderazgo en el PLD, con buenas perspectivas para el 2016, cualquiera que sea la suerte que se corra en la próxima elección presidencial. Hasta en el caso de que su contrincante Danilo Medina sea el Presidente. Lo mismo ocurriría en el plano nacional si dedica los próximos dos años a fortalecer la institucionalidad democrática, auspiciando reformas políticas que demanda la sociedad, como la ley de partidos políticos. El renunciar al continuismo le facilitaría reducir la repartición del patrimonio público y la corrupción que han minado el prestigio del Gobierno y reivindicar los principios éticos y políticos que dieron origen al PLD y de los que Fernández fue uno de los más firmes sustentadores. La mayoría legislativa que le permitirá al líder peledeísta configurar los poderes del Estado a su voluntad, y las perspectivas de mayores luchas internas en el principal partido de oposición son factores que le dan la oportunidad de redimensionar su liderazgo desechando las tradiciones del caudillismo basado en el clientelismo, e impulsar una verdadera estrategia de desarrollo nacional. Todavía tiene tiempo y oportunidad de contradecir a quienes lo advierten en la pendiente resbaladiza del providencialismo.

Riesgosa aventura

Aunque el presidente Fernández ha salido triunfante en su apuesta de los recientes comicios y son muchos los que le sugieren acogerse al planteamiento de que “el poder no se declina”, la vía al continuismo no deja de ser una riesgosa aventura. El sólo plantear una nueva reforma constitucional genera rechazos e incertidumbres al dejar mal parado el compromiso y la coherencia del mandatario. La reputada socióloga Rosario Espinal planteó el miércoles en su artículo de HOY que “Ni al país, ni al PLD, ni al Presidente Fernández, le haría bien la reelección en el 2012”. Importantes empresarios no lo van a proclamar, pero por lo bajo expresan temores de que cualquier vía al continuismo genere inestabilidad política y económica con serias repercusiones. Se reconoce que el mandatario puede estar deslizándose hacia el mesianismo continuista y que pudiera imponerse al interior de su partido y comprar los pocos votos que le faltarían para una reforma constitucional, pero despertaría incertidumbres capaces de auspiciar un amplio frente antireeleccionista. A lo mejor eso es lo que pudiera generar una cohesión en el principal partido de oposición o hacer brotar una nueva opción política que sacuda el espectro político. Aunque el reeleccionismo ha salido triunfante en casi todos los intentos en las más diversas circunstancias de la historia nacional, está demasiado reciente el fracaso del presidente Hipólito Mejía cuando lo intentó en el 2004, generando un amplio rechazo nacional que facilitó el retorno al poder del doctor Fernández Reyna. Conllevó una división del propio partido de gobierno e hizo brotar una Coalición por la Transparencia y la Institucionalidad que vertebró hasta las más representativas organizaciones empresariales y sociales.

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