Dado el hecho de que la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos se ha convertido en una entidad inoperante, satanizada por diferentes sectores, quienes la acusan de obsoleta y de haber sido un organismo de censura creado bajo la dictadura de Trujillo, hay quienes se están sirviendo con ''la cuchara grande'' aprovechando el vacío de mecanismos de control. Hay una avalancha de gente en la televisión que con su comportamiento rompen con todas las normas prudenciales y de respeto a la familia y a la sociedad en general. Se verifica en el hecho de que algunos homosexuales si bien es cierto tienen perfecto derecho a trabajar en los medios de comunicación, en modo alguno se pueden considerar con licencia para externar a cualquier hora, aspectos íntimos de sus relaciones amatorias, usando expresiones destempladas que caen en lo grosero y soez. En un horario para toda la familia no se puede permitir que un transexual le pida en el aire a un médico que le recomiende ''una pomadita para aliviar un desgarramiento anal, resultado de que su novio lo había ''castigado'' muy fuerte la noche anterior. Todo envuelto en un plan de ''chercha'' , pretendidamente gracioso, humano y natural. La otra parte nefasta de un uso abusivo y degradante de la televisión es la incursión de una serie de brujos que anteriormente estaban prohibidos, que se dan a la tarea de recetar y hasta de hacer exorcismos a la gente para ''sacarle el demonio. Con un pueblo de tanta gente inculta y creyente no se debería permitir la promoción del fetichismo y la aberración. Los dueños de canales, la iglesia, las familias, deberían todos unirse en el propósito común de eliminar de nuestra televisión tanta basura y degradante contaminación moral.
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