Después de leer el título de este artículo, es de esperar que lo primero que pensemos sea: "No, yo no mentiría en mi trabajo". Sin embargo, si seguimos leyendo, nos daremos cuenta de que, aunque nos empeñemos en negarlo, todos mentimos en la oficina. Recordemos esa vez en que le elogiamos la corbata a nuestro jefe, aunque era realmente espantosa. O el día en que le dijimos a una compañera que nos quedaríamos trabajando hasta tarde cuando en realidad no queríamos volver en el mismo tren con ella. Ambas cosas eran mentira. Sin duda, estas mentiras leves no hacen daño a nadie, pero tampoco ayudan. Entonces, en primer lugar, ¿qué sentido tiene mentir? "Mientras que algunas personas realmente tratan de engañar, otras solo tienen la intención de hacer un bien o de no agitar las aguas", sostiene Marsha Egan, presidenta del Grupo Egan, una empresa de coaching profesional. "En otros casos, la gente miente para evitar que el jefe descubra un error en su desempeño o para tapar alguna otra falla que podría afectar su carrera. Muchos empleados creen erróneamente que una mentira 'piadosa' no le hace mal a nadie". Están equivocados. Timothy Keiningham y Lerzan Aksoy, coautores del libro Why Loyalty Matters [Por qué es importante ser leal], afirman que, si bien mentir es tentador, aunque sea algo mínimo, corremos el riesgo de perder la confianza de otros o incluso nuestro empleo."Es fácil decir: 'Si todo el mundo lo hace, yo también'. Mucho más difícil es adoptar una postura ética y actuar con sinceridad. No obstante, la mentira casi nunca ayuda a nadie y debe evitarse", aseguran Keiningham y Aksoy. Unamentirita de vez en cuando suele ser inofensiva, pero la mayoría de los especialistas coinciden en que es más sencillo proceder con franqueza desde un principio. B. J. Gallagher, un consultor en temas vinculados al lugar de trabajo y autor de It's Never Too Late to be What You Might Have Been [Nunca es tarde para ser lo que uno podría haber sido], opina que casi todas las personas mienten en el trabajo en un momento u otro, por lo general, en situaciones en las que temen las consecuencias que podría acarrear decir la verdad."¿Está bien mentir en esos casos? Depende de las circunstancias. Normalmente, lo más recomendable es ser sincero. Si uno dice la verdad, no deberá preocuparse por ser descubierto en una mentira, no tendrá necesidad de seguir mintiendo para tapar lo dicho antes ni cargará con el peso de haber engañado a otros", sostiene Gallagher. Las diez mentiritas más habitualesAquí se mencionan diez mentiras "piadosas" muy frecuentes en el trabajo y se explica por qué se recurre a ellas y qué habría que decir en su lugar. Mentira N.º 1: "Lo haré con mucho gusto"Verdad: Es lo último que querría hacer.Es preferible: "Digamos a nuestro jefe que nos gusta la idea de ayudarlo con esa tarea, pero que necesitamos saber más acerca de lo que implica. Comuniquémosle nuestra inquietud en ese sentido", recomiendan Keiningham y Aksoy. Si precisamos más tiempo, pidamos un plazo más largo; si necesitamos algún material, pensemos qué es lo que nos falta y estemos dispuestos a preguntar si es posible conseguirlo. Mentira N.º 2: "No sonó el despertador"Verdad: Anoche salí y regresé muy tarde y en realidad no oí la alarma del reloj.Es preferible: "Las mentiras para justificar las llegadas tarde sólo funcionan una o dos veces. Si uno recurre a menudo a la excusa del despertador o a la del tránsito, el jefe y los demás se darán cuenta de que no es cierto y perderemos credibilidad... o algo peor", afirma Gallagher. "Si solemos ser puntuales y muy de vez en cuando se nos hace tarde, es mejor admitirlo, disculparse y prometer que no volverá a suceder. "Lo lamento mucho. Hoy no me levanté con el tiempo suficiente para llegar a horario. Mil disculpas. De ahora en adelante me aseguraré de disponer de bastante tiempo". Mentira N.º 3: "No tengo ninguna duda"Verdad: No entiendo nada de lo que estoy haciendo, pero no quiero quedar como un tonto.Es preferible: "Cuando uno tiene una confusión absoluta sobre algo, decir que no necesita preguntar nada no lo hará quedar mejor ante el jefe", dice Egan. "Es muy probable que el jefe se dé cuenta de lo que pensamos. Conviene ser sincero y admitir que estamos confundidos y que juntaremos las dudas o dedicaremos un rato a leer el material para poder responder nuestras propias preguntas". Mentira N.º 4: "Todo está bajo control"Verdad: Hay complicaciones.Es preferible: "En este caso, una opción es decir: 'Parece que nos topamos con un problema serio. ¿Me podría dar su opinión?'", sugiere Gallagher. "Si podemos obtener la ayuda de nuestro jefe para resolver los problemas que surjan, seremos capaces de afianzar el vínculo con él. En ocasiones, reconocer nuestras limitaciones y solicitar ayuda es en realidad una señal de madurez y fortaleza".
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