Las Memorias de Angelita Trujillo son un libelo, sin dudas. Pero ella tiene derecho a decir lo que piensa. Los injuriados, por su parte, tienen derecho a someterla a la justicia por difamación. Esa es la regla de la democracia. Intentar prohibir un libro porque lo que dice no es lo que un grupo entienda verdadero es radicalismo. Esa práctica es muy común en regímenes totalitarios. Eso no es democracia. En la Edad Media se creó un index de libros prohibidos. La misma institución que lo creó mató miles de personas por tener ideas contrarias. Fue una inquisición. Prohibir libros no es bueno, aunque el libro sea malo. Lo otro es peor.
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