El presidente estadounidense Barack Obama logró otra victoria parlamentaria, según algunos analistas, con una reforma de las leyes que regulan el sector financiero de ese país, un tema que puede sacar ahora de la agenda de reformas que viene adelantando desde que llegó al poder. Ni las gestiones públicas, ni las no tan públicas, del sector bancario, ni la oposición del partido republicano lograron impedir que el paquete fuera aprobado este jueves, aunque sí lograron suavizar algunas de las reglamentaciones. En los últimos meses Wall Street, sinónimo del sector financiero en EE.UU., desplegó un ejército de relacionistas públicos para lograr que los senadores moderaran, o mejor aún, eliminaran la posibilidad de que la ley fuera aprobada. Sin embargo, el esfuerzo no rindió todos los frutos esperados, según algunos analistas, por la imagen de avaricia y descuido hacia el sentimiento del público que presentaron algunos bancos, reflejada en cosas como haber seguido pagando jugosos beneficios a los mismos directivos que metieron al sector en problemas. Desde 2008, los 6 bancos más grandes del país habrían gastado unos US$ 600 millones para mantener a 243 personas en gestiones de cabildeo frente a los congresistas. La mayoría serían ex funcionarios del Congreso y hasta algunos ex legisladores quienes aplican su “conocimiento interno” en la muy polémica pero legal función de cabildeo, conocida en EE.UU. como lobby. La nueva ley establece 533 nuevas reglamentaciones de gran alcance, que podrían tardar años en poder ser aplicadas, aunque conocedores del negocio bancario afirman que el sector ha ido adoptando algunas provisiones y que en todo caso nadie buscaría volver al mercado que existía antes de la crisis. Los republicanos aseguran que la ley de 2.300 páginas no es suficientemente específica y en cambio otorga demasiados poderes al gobierno, mientras que no ataca los problemas del mercado de hipotecas donde surgieron los problemas que detonaron la crisis global. "Simplemente no hicimos nuestro trabajo. No sabemos realmente cuál va a ser el resultado de esta nueva legislación", dijo al final del debate parlamentario el Senador republicano Bob Corker. Esta semana la Cámara de Comercio de EE.UU. dijo temer que mientras tanto los bancos serán demasiado prudentes en los prestamos que otorgan, algo que podría complicar la recuperación de la economía estadounidense, que siempre ha tenido en el crédito uno de sus motores más importantes.
¿Victoria instantánea?
En las últimas décadas habíamos dejado que los bancos actuaran cada vez más salvajemente. La reforma financiera era una idea compartida por la mayoría de la sociedad estadounidense, que culpa a los bancos de haber iniciado los problemas que sufre la economía, pero eso no significa que todos apoyen el paquete sancionado y que Obama, o los demócratas, puedan anotarse automáticamente unos puntos. Según una encuesta publicada el martes por la agencia especializada en noticias económicas Bloomberg, la mitad de la población sospecha que la nueva ley protegerá a los bancos más que a los consumidores. Mientras que el diario The Washington Post presentaba este miércoles un sondeo en el que el 50% de los encuestados cuestionaba cómo la Casa Blanca había manejado el proceso de la reforma. "Creo que eso tiene que ver con una gran estrategia de desinformación por parte de los republicanos" aseguró a BBC Mundo, Pat Garofalo, investigador económico del Centro para el Progreso Estadounidense, centro de estudios políticos de tendencia liberal ubicado en Washington. "Esta ley no es todo lo fuerte que podría ser, pero después de todo es un gran paso en las regulaciones financieras. En las últimas décadas habíamos dejado que los bancos actuaran cada vez más salvajemente", aseguró Garofalo.
Los amigos de los banqueros
Un efecto no calculado de la reforma podría ser la perdida de amistades para el partido demócrata en Wall Street, algo que se estaría reflejando en la redirección de las contribuciones de campaña hacia los candidatos republicanos. Puede ser una mala noticia para la bancada parlamentaria del presidente Obama que se enfrenta en noviembre a una posible pérdida de las mayorías que actualmente maneja en el congreso, justamente una de las razones por las que promovió agresivamente la reforma sancionada este jueves. En círculos políticos de Washington se estima que la agenda de reformas del presidente Obama no ha recibido apoyos entre la oposición republicana porque ésta no está dispuesta a facilitarle éxitos que puedan redundar en mayor capital político para el mandatario. Esa habría sido la estrategia opositora frente a la polémica reforma del sector de la salud, o con las reformas pendientes de las leyes de inmigración o de energía y medio ambiente. Sin embargo, ante la imposibilidad de contar con un respaldo bipartidista para la reforma, los demócratas han venido denunciando a los republicanos como "amigos de los banqueros", un titulo que, dada la animosidad contra el sector, no va a granjearle muchas simpatías a la oposición, si es que los electores se dejan convencer por el discurso oficial.
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