Por Jackson Pichardo
La comunidad dominicana de Nueva York definitivamente no tiene dolientes que velen por sus intereses. Esto lo enunciamos en razón a una serie de problemas que aquejan a una gran mayoría de nuestros compatriotas, que van desde problemas de hacinamiento habitacional, falta de acceso a servicios de salud preventiva, contaminación ambiental y un largo rosario de contratiempos que no le permiten avanzar más rápido en la escala socioeconómica de la ciudad.
A esto le agregamos que los dominicanos residentes en Nueva York, llevan sobre sus espaldas el sostén económico de muchos de sus compatriotas en la isla, convirtiéndose así en pilar de la economía quisqueyana.
Debido a su contribución, nuestra media isla se mantiene a flote, pero esto ha redundado en un bajo nivel económico a nivel local, lo que nos ha impedido en mayor medida ser los dueños de la vivienda donde vivimos, ser los dueños de negocios de alta rentabilidad, etcétera.
Decimos esto, motivado a que cada vez que hay elecciones, sobre todo a nivel municipal y estatal, salen a la palestra los llamados líderes de la comunidad, a agenciar sus votos y a reclamar su condición de dominicanos para justificar sus aspiraciones políticas. Sin embargo, rara vez se asocia a estos con la solución los problemas que aquejan a sus representados.
Ninguno de estos líderes ha pensado cuestionar al gobierno dominicano sobre por qué le cobra a sus connacionales, una tarifa tan abusiva por la libreta de pasaporte, un pago de impuestos exagerado en los boletos de avión.
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