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¡Pánico de nuevo en el Valle! : El león anda suelto



POR DOMINGO CABA RAMOS
 (A mis amigos aguiluchos: Pedro Domínguez Brito, Carlos José Rosario y Robert Cabrera)
 
La verdad es la verdad y no se puede ocultar: en el Valle hay pánico. El león despertó de un profundo y aparente  sueño que en noviembre y la primera quincena de diciembre del pasado año lo mantuvo postrado en su guarida, y al despertar recobró su natural bravura y protagonismo como único y verdadero “Rey de la selva”.

Durante  mes y medio, el león había perdido el brillo de su melena impresionante, apagado el fuego de su mirada penetrante y silenciado el eco de sus rugidos  desafiantes. Y mientras esto sucedía, los demás animalillos, entre ellos el águila, se movían libremente, y hasta con cierto aire triunfal,  por los competitivos senderos de la selva beisbolística  dominicana.
¡Hay pánico en el Valle! 
El terror se percibe y el miedo se respira. Es que el león despertó y anda suelto en la pradera, desplazándose lentamente con sus galantes movimientos, exhibiendo su melena impresionante, emitiendo sus rugidos aterradores, impactando con su mirada imponente y utilizando el  poder destructor de su poderosa mandíbula para devorar a cuantas débiles avecillas osen desafiar su autoridad o interponerse en su camino.
¡Hay pánico en el Valle! 
El león despertó. Y al despertar se levantó, sacudió su melena,  expandió su vista por los contornos del bosque y muy pronto pudo darse cuenta de que durante su inexplicable letargo, algunos animales de menor jerarquía, como el  águila , el toro y el elefante,  habían intentado desplazarlo de su trono.  Entonces emitió el más rabioso y contundente de los rugidos, como si tratara de  recordarles a los seres que conforman su fáunico territorio  que “Aquí el único y verdadero Rey de la Selva soy yo”.

Y al escucharlo, todos temblaron de miedo y  huyeron despavoridos: el águila, “como alma que lleva el diablo”, desorientada o sin saber qué hacer, se hundió en el primer nido que encontró; el toro permaneció inmóvil en su corral, el elefante ni siquiera se atrevió a blandir su moco, en tanto que el tigre, tembloroso, con la cola entre las piernas y sus garras escondidas,  buscó amparo ,ascendiendo raudamente hasta la copa de un  árbol o internándose  entre la espesura del bosque.
Después de la estampida, solo  el águila se envalentonó y  se atrevió a  enfrentarlo,  talvez  por considerarse aún  reina de las aves o  confiada  en la ayuda que pueda proporcionarleel poder mágico de un “cucharímbico” incienso o las “sansónicas” trenzas de su “Many” redentor. Y merced a ese histórico  reinado, la osada, atrevida y cuasi discapacitada avecilla , al parecer, se ha sentido siempre  con la confianza y seguridad  de vencer nada más y nada menos que al mismo  “Rey de todos los animales”.
¡Hay pánico en el Valle! 
Desde que el león despertó, el Valle aquel, disque “de la muerte”, hoy de los muertos, se encuentra actualmente bajo el dominio  del invencible melenudo.
Pero mientras el águila sueña  con vencer a la temible fiera, esta, sin inmutarse, continúa desplazándose con pasos firmes y convencidos de su indestructible poderío.  Y seguirá  ejecutando  su plan devastador hasta culminar clavando sus  mortíferas garras en el  buche carnoso del  ave provocadora.
Y cuando así suceda, todos los  escogiditas  amarraremos nuestras voces para en  el más armónico y  triunfal  de los coros, pregonar, a mandíbulas batientes y con las palabras de un otrora narrador escarlata: 
¡Lluvia de gozo!
¡Escogidocampeón!

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