Por J.C. Malone
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Parecería que los latinos tenemos muchas razones para múltiples celebraciones en toda la nación. El decreto del Presidente Barack Obama deteniendo las deportaciones y ordenando legalizaciones de jóvenes indocumentados suena como un sueño hecho realidad.
A Obama le irá recontra bien. Aseguró nuestro voto, sin nosotros nadie gana, neutralizó a su oponente republicano Mitt Romney, dejándolo sin aire para articular palabras coherentes sobre el tema. Eso es lo más importante e impactante.
Los 800.000 indocumentados menores de 30 años que serán “beneficiados” viendo ese “sueño hecho realidad” deben ser cuidadosos.
Y realistas. Aquí un grupito de banqueros en complicidad con los políticos se robaron el “Sueño Americano” mismo, nada pasó. Si el sueño de jóvenes “ilegales”, con entre poca y ninguna importancia, se convierte en pesadilla, importará menos.
Ese decreto es una promesa de campaña común y corriente, vulgar y silvestre, con el sello y firma presidencial. Nada ocurrirá hasta “después” de las elecciones, ahora priorizan procesar solicitudes de ciudadanía que representan votos en noviembre.
Si Obama gana.
Los “beneficiados” deben haber terminado la secundaria, o un equivalente (GED), haber prestado servicios militares y no tener antecedentes penales. Según The Pew Hispanic Center, el 52 por ciento de los inmigrantes no termina la secundaria. De los 800 mil elegibles queda menos de la mitad. Y no deben tener antecedentes penales, los detuvieron entrando ilegalmente al pais, los que trabajaron con documentos falsos, o detuvieron abordando el tren o autobús público sin pagar, ¿calificarán?, quedan muchas preguntas sin respuestas.
En noviembre Obama ordenó revisar 411 mil casos de deportados para solo expulsar los que tuvieran antecedentes penales. Siete meses después, sólo 593 “estaban limpios”. Con esa historia y estadística como base, quizá legalizarán algunos 500, claro, si hay reelección.
Obama cambiará votos por piñatas vacías, ¡Viva la democracia!