WASHINGTON.- La reforma de salud del presidente Barack Obama, su logro social más significativo en casi cuatro años en la Casa Blanca, está pendiente de que este jueves el Tribunal Supremo decida si mantiene la esencia de la ley o la deja herida de muerte y obliga a repensar la cobertura de millones de personas.
La sentencia del Supremo podría ser un espaldarazo a los esfuerzos de Obama por dar cobertura universal a un país donde 50 millones de personas no tienen seguro médico, o un varapalo que le obligaría a cambiar de estrategia.
La reforma (conocida como Obamacare)obliga a los estadounidenses a contratar a partir de 2014 un seguro médico privado, algo que según los partidarios abaratará el sistema al ampliar la base de clientes.
Pero precisamente por esa obligación -el conocido como "mandato individual"- la reforma corre el riesgo de quedar invalidada, si el Supremo considera que el Gobierno se ha extralimitado en sus poderes al obligar a los individuos a contratar un servicio.
Esa cláusula es la que más recelos levanta entre sus críticos y la que el Supremo podría dictaminar que contraviene los principios constitucionales de no interferencia del gobierno federal en la libertad de comercio.
Otra de las disposiciones clave de la reforma sanitaria, que lleva parcialmente en vigor dos años y que ya ofrece cobertura sanitaria a más de tres millones de personas, es la que exige a los estados ampliar la cobertura del programa Medicaid para los necesitados.
Los republicanos se han declarado enemigos de la totalidad de la reforma, aunque el virtual candidato a la presidencia, Mitt Romney, promulgó una ley muy parecida cuando era gobernador de Massachusetts.
Los nueve jueces del Supremo han tenido que revisar las casi 3,000 páginas de este complejo caso y ya en abril, cuando escucharon los argumentos orales de las partes, se mostraron divididos, lo que deja abierta la posibilidad a cualquier resultado hoy.
El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, dijo ayer que existen precedentes que apoyan la constitucionalidad de la reforma de salud.
Los opositores, encabezados por los ultraconservadores del movimiento "Tea Party", critican que el Gobierno quiera obligar a alguien a contratar un seguro, mientras que los expertos consideran que esta medida es clave para reducir el coste de las coberturas y poner orden en un sector que representa el 18% de la economía estadounidense.
Para el partido republicano, esta ley es una intromisión del gobierno federal y un dispendio innecesario, que además quiere financiarse por medio de un aumento de los impuestos a los ricos.
El presidente de la Cámara Baja, el republicano John Boehner, amenazó ayer con que "si el Supremo no echa abajo toda la ley (de sanidad) la Cámara se moverá para revocar lo que quede de ella".