"Nosotros vivimos en un ranchito donde no se sabe cuando llueve ni cuando sale el sol, pues todos los días sufrimos, ya sea de calor o por el frío de la lluvia. Lo peor es que no puedo venderlo, es lo único que tengo. Necesitamos dinero para sobrevivir, mi esposo muere por enfermedad, nosotros de miseria".
— Maritza, su única ayuda son sus hijos, que sela buscan pidiendo en la 27 de febrero de Sto. Dgo.
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El pan nuestro de cada día
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