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El odio se apodera de Nueva York


Port Richmond ya no es una comunidad segura para los hispanos. En las últimas semanas, los crímenes de odio han proliferado drásticamente y la sombra del miedo se cierne sobre los residentes, que temen ser la próxima víctima. Desde abril hasta la fecha, se han reportado al menos 11 ataques contra inmigrantes en este vecindario de trabajadores de clase media y pequeños negocios, ubicado en Staten Island (uno de los cinco distritos de Nueva York). En la mayoría de los incidentes, las víctimas son golpeadas y discriminadas verbalmente con insultos anti-inmigrantes. Hasta ahora un hispano ha muerto como resultado de una golpiza. Los ataques han motivado a las entidades comunales tomar cartas en el asunto, formando grupos de vecinos y consejos de seguridad, y la Policía de Nueva York ha redoblado su patrullaje en las calles de Port Richmond. Hoy no se puede transitar por la calle principal de Port Richmond -donde hay múltiples negocios latinos- sin encontrarse con uno o varios policías, que atentos vigilan el paso de los transeúntes. La policía ha instalado además dos torres de vigilancia y una unidad móvil, para prevenir más ataques. Sin embargo, a pesar estas medidas, los ataques siguen y el temor aumenta. "Tengo miedo y a veces no quiero salir", expresó Rogelio Vázquez, quien fue atacado el 25 de abril. "Ya me pasó y no quiero que me vuelva a ocurrir. Eso es un sufrimiento. Ahora, hago las cosas temprano en la calle y ya no vuelvo a salir". Vázquez considera que las agresiones pueden estar motivadas por la errónea idea de que los inmigrantes hispanos "vienen a quitarles el trabajo" a los nacidos en Estados Unidos. A las autoridades se le han unido los Angeles Guardianes, una organización voluntaria fundada hace 30 años en El Bronx para patrullar las calles en áreas con alta incidencia criminal. Hace poco, los Angeles Guardianes empezaron a caminar las calles de Port Richmond día y noche, vestidos con sus chaquetas y boinas rojas. Ellos dicen que estarán allí "hasta que sea necesario", asistiendo a la policía y distribuyendo hojas con un número de teléfono al que el público puede llamar para denunciar las agresiones."Es muy triste lo que está pasando con la comunidad latina", indicó Benjamín García, miembro de esa organización. Su compañero, Dennis Torres, señaló que muchos de ellos están entrenados en artes marciales para enfrentar situaciones difíciles ya que no portan armas.

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