Por Orlando Gil
INSTRUCCIONES
En Vanity Fair de julio, el escritor colombiano Héctor Abad contradice al argentino Julio Cortázar en sus Instrucciones para Subir una Escalera, que es una página que figura en su obra Historias de Cronopios y de Famas. Abad dice que Cortázar, en vez de ocuparse de la subida, debió interesarse en la bajada, que es donde verdaderamente reside el problema.
Nadie se cae subiendo, y todos los que tienen accidentes de escaleras se producen bajando. Leonel Fernández, por ejemplo, nunca tuvo dificultades en subir, pero sí cada vez que baja. Lo de ahora, por tanto, no es una excepción. En el 2000 dejó correr la pelota a ver hasta dónde llegaba, cuando sectores que se suponían ajenos a su suerte flirteaban con la posibilidad de montar un espectáculo de reelección.
La cuestión no debió ni discutirse, pero el episodio no emocionaba si no se bailaba con los lobos. En 2008 solo tuvo que dejar que el vehículo corriera una jornada, pues no había impedimentos a la vista.
Es decir, que no se bajó porque no tenía que hacerlo…
EL ÁNIMO
En 2012 era justo que se bajara, pero se le hizo difícil, y nunca se sabrá qué potencias actuaron en su contra, pues los amagos fueron casi intentos.
La insurgencia abierta de su grupo, el olvido total de la institucionalidad del partido, las vallas, los mítines de fin de semana, la recolección de firmas y señales, todas vivas, de dificultades en bajarse. El discurrir posterior se conoce, y tuvo que entregarse para bien del proceso y de la República.
Sin embargo, en las últimas semanas se le ve un ánimo de “hasta pronto” que lo dice todo sin pronunciar una palabra. No halla manera de quitarse de la silla y piensa beberse su mandato hasta el último sorbito.
No debe ser malo, pero extraña que vaya a mantener su programa de inauguraciones hasta el 15 de agosto. Esto es, la víspera de la ascensión de su sucesor, que no debe olvidarse nunca que es de su propio partido No le deja, por lo visto, ni colita, cuando, incluso, hubiera sido bonito, un detalle de continuidad, que el nuevo gobernante se iniciara entregando obras de su antecesor…
LA FELICIDAD
Dice la gente que no hay felicidad completa, y este afán del actual mandatario de sobrepasar su momento y más que dejar, sembrar su impronta, lleva a conjeturas, tal vez aviesas, o a adelantar situaciones de futuro, casi inmediato.
Leonel Fernández no se cansa de gobernar, a pesar de doce años y ocho de corrido, y si no se cura de esta evidente costumbre, podría sentirse tentado a hacer sombra al árbol que crece. Las plantas necesitan sol, no sombra, y no se ve bien que se aproveche de la conducta mansa de su compañero de partido. El 2016 llegará dentro de cuatro años, y tratar de que se haga desde ahora, es un contrasentido. El niño nace pleno cuando cumple sus nueve meses en el vientre de la madre. Los que se adelantan podrían no ser viables. Con las actuales inauguraciones, Fernández no fastidia a la oposición, que sabe que no tiene vela en ese entierro, pero sí a Medina. Este, por muy paciente o prudente que sea, tiene que darse cuenta de la jugada: Quiere que se vea la diferencia antes de que arranque…
EL FATALISMO
No hay necesidad de competir por ahora, ya tiempo habrá, pero debe tomarse nota y ver quién fue primero en lanzar la piedra. Hablé del estilo, bien. Hablé de oportunidad, también. Ahora, no se puede ser más papita que el Papa y negar que más tarde o más temprano algún forcejeo deba producirse entre los que entran y los que salen, pues será un gobierno de hombres y no de ángeles.
Habrá necesidad de matar al padre por un fatalismo inapelable, como dije meses atrás, pero a nadie beneficia adelantar los hechos. Por ejemplo, nadie sabe qué es lo que Danilo Medina va a corregir, y de seguro que no le pedirá permiso a Leonel Fernández.
Los chismosos tendrán, cuando sea, terreno fértil para medrar. Hay que suponer nada más a quienes se queden fuera yendo a casa del líder a sembrar cizañas. Medina no dejó que en la campaña lo envenenaran con historias verdaderas, con situaciones de preocupación. Ni del candidato opositor, ni del jefe de Estado. Así, tuvo todo el tiempo sanidad mental. ¿Se aguantará Fernández las ganas ante los cuervos devenidos en palomas mensajeras?...