¿Sabías que hubo un presidente que practicaba el nudismo en la Casa Blanca? ¿Y que otro usaba jeans todo el tiempo? ¿Tenías idea acaso de que hubo un presidente que lo primero que leía en los diarios eran las historietas? ¿Cuánto sabes de Barack Obama? ¿Cuánto sabes de política de EU?
Estas perlas, y muchas más, conforman las curiosidades de los mandatarios que bien vale repasar en este Día de los Presidentes, que se celebra cada tercer lunes de febrero.
Barack Obama es el actual inquilino de la Casa Blanca. Mucho se sabe del mandatario, abogado de profesión, que trabajó en una organización comunitaria en el sur de Chicago, movilizando a la gente de menos recursos.
Le fascina el baloncesto, razón por la cual se hizo preparar una cancha especial en un sector de los jardines de la mansión ubicada en la avenida Pennsylvania.
Adepto a la comida chatarra -su esposa Michelle lo tiene bajo la mira-, se le caen las babas por las hamburguesas, las papas fritas y los chorizos polacos, tan populares en Chicago.
Obama es bastante alto. Mide 1.87 metros, pero no es el presidente más alto. Ese honor le cae a Abraham Lincoln, quien midió 1.93 metros. Lincoln, vale recordar, sufría de elefantiasis, la condición por la cual los huesos son mucho más largos de lo norma. De ahí su rostro anguloso.
Siguiendo con el tema gastronómico, a George Washinton -el primer presidente- le gustaba el helado, de cualquier gusto. Washington fue quien, además, brindó el discurso más breve en su inauguración: Solo dijo 135 poalabras.
A Ronald Reagan, por su parte, le atraían los jellybeans, una especie de dulces azucarados, de forma alargada y de todos colores. El mandatario republicano tenía un jarro de vidrio lleno de las exquiteces en su escritorio, al lado del teléfono.
Otro gusto del mandatario republicano ya fallecido: Lo primero que leía en un diario, eran las historietas.
Se dice que sobre gustos no hay nada escrito. Y John Quincy Adams bien lo sabía. Al presidente le gustaba salir de la Casa Blanca dos horas antes que el resto de los mortales se levantara y se dirigía al río Potomac donde nadaba totalmente desnudo, práctica que cumplía religiosamente excepto cuando estaba fuera de la ciudad.
Más cerca en el tiempo, Bill Clinton mantuvo una tradición que trajo consigo a la Casa Blanca desde sus años como gobernador de Arkansas: Cocinaba la cena de Acción de Gracias para todo el personal. Y dicen las buenas lenguas que hasta lavaba los platos después del ágape.
Hablando de cuestiones caseras, una primera dama jamás pisó la cocina de la Casa Blanca durante el mandato de su esposo. Se trata de Lou, la esposa de Herbert Hoover.
Dos hijos de presidentes siguieron los pasos de sus padres y terminaron al frente del Ejecutivo: John Quincy Adams, hijo de John Adams, y George W. Bush, hijo de George H. Bush.
En cuanto a la ropa, el oriundo de Georgia, Jimmy Carter, dejó en claro que no le gustaban las corbatas ni los trajes. La mayor parte del tiempo usaba jeans bien gastados y hasta los tradicionales jardineros, aquellos que vestía en su granja antes de mudarse a Washington, DC.
Hubo un presidente que se hizo rico antes de mudarse a la Casa Blanca. John Fitzgerald Kennedy recibió $1 millón de su padre, cuando cumplió 21 años.
Gerald Ford era fanático de la natación y todos los días nadaba en la alberca de la Casa Blanca. Una vez, hasta brindó una conferencia de prensa en medio de una sesión de natación.
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